"Si algo puede salir mal, saldrá mal"
El Sr. Murphy debió de inspirarse en capítulos como mi regreso de Moscú para enunciar su famosa ley. Porque, como el infame ingeniero americano afirmó, "si hay varias maneras de hacer una tarea y uno de estos caminos conduce al desastre, entonces alguien utilizará ese camino". Conmigo, el domingo de marras, los utilizaron todos.
Desastre 1_ ¿por qué no veo mi vuelo en la pantalla?
Que el tránsfer te tenga que recoger a las 5 de la mañana, ya es de por si un trauma. En Moscú es práctica habitual que los programen con cuatro horas de antelación al vuelo. Me parece un salvajada, porque a esas horas intempestivas un rato más de sueño vale su peso en oro pero dicen que los accidentes y atascos son habituales por esos lares y que, para curarse en salud, esas son las normas.
La recogida en el hotel fue impecable. Tal y como vaticinaba para mis adentros, llegamos en menos de una hora al aeropuerto. Medio soñolienta, me dirigí a las pantallas para buscar mi vuelo. Extrañada, vi que no aparecía y lo achaqué a que estaría en la terminal incorrecta o en la de vuelos domésticos.
Me acerqué al mostrador de información donde, como no, la chica que atendía no contaba con el inglés entre sus virtudes. Cogió mi hoja de reserva y empezó a teclear. Tras unos eternos segundos, levantó su mirada y me espetó:
- Su avión no sale desde este aeropuerto.
(Silencio)
- ¿Perdón? Dije yo, con la esperanza de no estarle entendiendo bien.
- Que su avión sale de Sheremetiévo y este aeropuerto es Domodédovo.
(Silencio y pánico)
Miré mi reloj. Eran las 7 de la mañana. Mi vuelo salía a las 9.10 de la mañana.
(Nudo en el estómago)
La chica me plantó una hojita en inglés con instrucciones de cómo llegar de un aeropuerto a otro. Un completo galimatías de buses y trenes.
- ¡Señorita! ¿Cuánto se tarda en llegar de aquí a Sheremetiévo?
Ella me miró con cara de póquer porque no estaba entendiendo ni una palabra de lo que le estaba preguntando. Repetí apurada y con gestos, a lo que reaccionó farfullando con su compañera algo en ruso y plantándome el segundo papelito de la mañana ante mis narices: "1 hour 30 minutes". Me quedé fría porque, haciendo un cálculo rápido, mi vuelo despegaría sin mí.
A continuación hice llamadas desesperadas a la empresa del tránsfer. La chica, tras repetidos momentos en espera, me afirmó que la culpa era de la agencia de viajes, que le habían pasado mal los datos. Que me pillara un taxi y reclamara. 2.500 rublos (62 euros), ¡ahí es nada! Así lo hice, intentando mantener la calma y sin perder ni un segundo.
El taxista, quién por supuesto no hablaba inglés, me hizo un gesto antes de salir para que me tapara bien, que hacía frío. Eso me dio buen rollo. Pasó un buen rato rascando el hielo de la luna delantera mientras yo me revolvía en el asiento como si tuviera un resorte. En cuanto arrancamos, le expliqué con gestos que mi avión salía a las 9 de la mañana. Él, con su cara bonachona, observó el reloj y puso un gesto poco halagüeño. "Lo sé"- pensé.
Ese señor fue mi ángel de la guarda. Pisó el acelerador por las carreteras heladas, derrapó y adelantó a diestro y siniestro. Se jugó el tipo por mí y aun me emociono cuando lo recuerdo. Cuando poco a poco la luz iba ganando a la oscuridad e intentaba mantener la mente en blanco mientras a mi alrededor solo veía nieve, deposité toda mi confianza en ese personaje anónimo que nunca más volvería a ver y con el que no me podía ni comunicar. Y él, a cambio, puso todo su empeño en que no perdiera ese vuelo. No tenía por qué hacerlo pero lo hizo y fue la cara bonita de una mañana de disgustos.
A las 8.10, una hora antes de mi vuelo y en un tiempo récord, mi héroe taxista me dejaba en el aeropuerto correcto. Al bajar, me miró con una cara reluciente de satisfacción y yo le abracé, repitiendo "gracias gracias" en ruso. Le hubiera plantado un beso en los morros. En esos momentos de nervios y preocupación, que alguien te ayude te llega al alma. Se crea una comunión especial entre las personas.
Desastre 2_ "Run!"
La chica de facturación me dijo: "¡corre!". Entonces miré mis tarjetas y vi que solo me había dado el Moscú-Barcelona pero no el Barcelona-Palma. Ante mi réplica, alzó los hombros en señal de que eso era lo que había.
"Eso" supondría que en Barcelona, al tener que salir para facturar, casi perdiera mi vuelo...
Desastre 3_ "No lo cubrimos, lo sentimos"
Estaba en Palma. Increíble pero cierto. Habiéndome levantado a las 4 de la mañana y después de 12 horas de trajín, contra todo pronóstico había arribado sana y salva. Pero no así mi maleta, que había aterrizado con una fractura grave: el asa extensible rota.
"Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culminará en desastre, alguien lo hará de esa manera" (Ley de Murphy)
Y para redondear mi día de penurias, resulta que en Air Europa ya no se hacían cargo de ese tipo de desperfectos.
¿Qué más me podía pasar?
Cogí mi copia de la hoja de reclamación y me retiré a mi casa antes de que me cayera un meteorito en la cabeza.