Qué gran país...Cuba. Y que recuerdo tan agridulce tengo de mi paso por él, de mi aventura cubana.
Primero fue La Habana. Luego, Viñales. Y ahora es momento de recordar la siguiente etapa. De cómo seguimos ruta hacia la ciudad colonial de Trinidad, en las entrañas de la provincia de Sancti Spiritus, algo así como la panza de la isla.
Sancti Spiritus es una provincia que goza de gran popularidad y que suele estar bastante concurrida. Destacan en ella la frondosidad del valle de los ingenios, las arenas blancas y el buceo de Playa Ancón o las excursiones en Tope de Collantes.
¿Qué visitamos nosotras? Trinidad, Playa Ancón y Tope de Collantes.
¿Qué nos quedó pendiente? La ciudad de Sancti Spiritus y el valle de los Ingenios.
El día anterior habíamos formalizado nuestro colectivo a Trinidad, esa forma de moverse tan cubana que, a veces, me hizo sentir estafada. Autocares que no podían salir a la hora...o para los que no quedaban billetes, o que no permitían reserva...Todo para, misteriosamente, dar lugar a la alternativa del "coche de un primo...o de un vecino...o de un amigo...que os puede llevar hasta vuestro destino". Véase, colectivo. Pero acepto que Cuba también es eso, ¡puro pillaje!
Detalles de la ruta
El martes, 16 de enero de 2007, a las 9.00h exactas, nos vino a recoger nuestra súper taxista, María. Compartimos el vehículo con los que más tarde acabarían siendo colegas nuestros, una pareja de noruegos encantadora.
Partimos tira tira y sólo nos detuvimos tres veces. Yo estaba medio muerta, presa del delirio febril y con una fuerte descomposición. El camino no fue fácil, aunque lo recuerdo como en una nebulosa. María fue mi ángel de la guarda, ¡se preocupó tanto por mí! Y su alegría de vivir, tan contagiosa, me hizo más llevadero el suplicio del trayecto.
Llegamos a Trinidad a eso de las 16h sin reserva previa, así que María nos ayudó a buscar casa. Encontramos algo bastante decente, el Hospedaje Zenia Cadalso, en C/Camilo Cienfuegos, 265, entre Antonio Maceo y Francisco Cadahía. Resultó un lugar muy agradable y estuvimos muy bien. Nuestros recién estrenados amigos noruegos se animaron a elegir el mismo hospedaje. Tras la cena ligera (sopa y pollo), mi cuerpo se rindió al descanso. Había sido un largo y ajetreado día.
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Hospedaje Zenia Cadalso |
El miércoles, 17 de enero de 2007, a eso de las 9.00h, justo detrás de la casa cogimos el minibús que nos llevaría a Playa Ancón. Tras un breve trayecto de 15 min (frecuencia: cada hora en punto), muy fotogénico, llegamos a la playa. La sensación fue buena. No es comparable con Cayo Levisa pero...
Inmediatamente preguntamos por el buceo. Tendríamos suerte e Irene, mi compi de aventuras, podría hacer el bautismo. Con eso estuvo preparada para que Ovi, el instructor, nos llevara a eso de las 13.00h a un punto cercano de inmersión (junto al grill). Más sobre la experiencia aquí.
Pues eso, que con el precio nos tomaron ligeramente el pelo, soy consciente (45 CUC con equipo) pero en los viajes, a veces, ya se sabe.
En la jornada de buceo hicimos muchos amigos. Estuvimos tomando mojitos y cervezas en la marina y conociéndonos todos un poco mejor. Fue chulo y de ahí surgió un bonito plan esa noche para tomar algo todo el grupo. Dos chicos españoles, Dani y Óscar, se ofrecieron a llevarnos de vuelta al pueblo. Ya de nuevo en Trinidad, la ducha nos condujo al descanso, él a la cena y a eso de las 21.30h nos dirigimos al punto de encuentro, la escalinata. Los cubanos sugirieron pegar un salto a la discoteca Ayala (3 CUC con consumición), original por estar instalada en una cueva. Fue divertido, tanto por la compañía y el buen rollo del heterogéneo grupo como por poder bailar algo, por fin, que no fuera reggaeton. Aunque en seguida pensé, algo molesta, que eso no era Cuba.
Y así acabamos la noche: bailando. Los noruegos, súper majos. Los españoles, súper agradables y el ambientillo, una gran experiencia.
Jueves, 18 de enero de 2007. Ese día lo dedicamos, básicamente, a resolver cuestiones prácticas de transporte (para seguir ruta a Santiago y/o Baracoa) y a practicar turismo de naturaleza, visitando a modo de excursión los Topes de Collantes, con sus empinados senderos entre bosques de coníferas, sus resbaladizas cascadas y sus maravillosas vistas.
En relación a los temas de transporte, nos levantamos muy pronto (7.30h) para ponernos en marcha. Por un lado, queríamos reservar un vuelo de vuelta Santiago- Habana pero fue imposible desde allí. Por otro lado, sí pudimos sacar los billetes con la compañía Viazul para la ruta Trinidad-Santiago-Baracoa. Chaviano, el Sr. de Viazul, nos trató de maravilla, nos llamó "mangos" y nos facilitó las tareas al máximo. Por cierto, en ese momento nos percatamos de que habíamos calculado mal, ¡en realidad era jueves y no miércoles! Vaya chasco...
Volviendo a la incursión en Tope de Collantes, es muy difícil llegar hasta allí si no es en vehículo propio. Optamos por la excursión más conocida, la del salto del Caburní. Tiene coste(6,50 CUC por persona, jugo incluído). La ruta, de 2,5 km., recorre un paisaje extraordinario. Al final, llegas a la cascada, de 62 metros, que forma piscinas naturales. El bañito se agradece y mucho.
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Salto del Caburní |
Recuerdo que el principio del camino de regreso fue muy duro(empinado) pero después me sentí genial, ¡me encanta andar!
Es una excursión recomendable y añade variedad a la ruta por el pais.
Comimos en Trinidad, ya de regreso, a eso de las 17h, en el restaurante Trinidad Colonial (35 CUC aprox). Camarero muy simpático y entorno precioso (la casa Bidegaray, del S. XIX).
El resto de la tarde la pasamos dando un paseito y charlando sentadas en las ruinas de la ermita Nuestra Señora de la Candelaria de Popa, muy recomendable para disfrutar de una perspectiva de Trinidad desde el antiguo hospital militar español. La colina constituye un lugar perfecto para contemplar la puesta de Sol.
Cenamos a las 22h en la casa particular y nos retiramos. Próxima parada al día siguiente: la provincia de Camagüey.
Sabores y recuerdos
La provincia de Trinidad es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y está muy cuidada. En la casa particular estuvimos muy a gusto y, de nuevo, al hablar su idioma, los dueños crearon un vínculo especial con nosotras en comparación, por ejemplo, con los colegas noruegos. Eso es mágico y muy, muy ventajoso en muchos sentidos, muy enriquecedor. Estoy de acuerdo con la Lonely Planet cuando dice que "la preciosa capital colonial merece una visita".
Sancti Spiritus me permitió combinar cultura, mar y naturaleza, para mí, perfecto. Una provincia, en definitiva, muy completa. En este sentido, aunque Tope de Collantes no es imprescindible y sus paisajes no serán inolvidables, en el contexto de Cuba sí me alegro de haberlo visitado, pues no se nos presentaron muchas más oportunidades comparables para disfrutar de vegetación y naturaleza.
De Trinidad me quedó con las amistades circunstanciales, con los vínculos creados con la gente, con las ganas de compartir esas horas de diversión y buenas experiencias. Con la jornada de buceo y con la amabilidad de María, nuestro hada madrina del colectivo.