Perdón por haber estado unos días desaparecida.
El invierno se nos ha echado encima de repente y, con él, uno se desordena y se vuelve a recomponer. En este lapso no he estado en silencio, se me ha oído en otros foros, como mi colaboración con el blog de viajes de Iberia. En él, recientemente he disfrutado hablando de Accra, la capital de Ghana y de París (oh, París).
Sin embargo, ni por un momento he olvidado mi reciente viaje a Israel. El frío, las nubes y la lluvia han ido dibujando una barrera de cristal entre mi presente y ese reciente pasado. Pero esa pared transparente me ha permitido ver tras de si mis recuerdos, tan vívidos que parezco estar hoy mismo, tal como ayer, recorriendo las calles de Tel Aviv en nuestro primer día de ruta por Israel. A continuación voy a redactar un relato bastante detallado de esa primera jornada, la de llegada, la de bienvenida, la de Tel Aviv.
Los que compartimos nuestros viajes en ocasiones tenemos, a la hora de contarlos, el corazón partío. El debate es el siguiente: ¿cuento sensaciones o acciones? Siempre habrá alguien que se acerque a este rincón buscando algo ligero y general y quién, sin embargo, busque ayuda concreta y consejos para organizar un futuro viaje. Mi conclusión es que es imposible contentarlos a todos, así que hoy escribo pensando en los segundos, en los que se acercan aquí con tribulaciones tipo "no tengo claro cómo organizar mi ruta", "qué me dará tiempo a visitar en un día" o "tal sitio, ¿vale o no vale la pena?". Hoy esto va de toda la información posible. Intentaré, eso sí, tejer un ovillo lo más vistoso posible. Al que no quiera quedarse, le doy un abrazo y le digo hasta pronto.
Vamos allá.
RELATO DE VIAJE DE UNA SEMANA A ISRAEL: DÍA 1
Con total puntualidad,
Vueling nos ha aparcado en
Tel Aviv a la hora prevista (4.20h).
Lo de dormir en el vuelo es complicado. Despegas de Barcelona casi a medianoche y entre que te acomodas, te sirven algo de picoteo y te haces un hueco, es casi la hora de llegar. Me ha sido prácticamente imposible pegar ojo. Pero ya da igual, ya estamos en el moderno aeropuerto de Tel Aviv. ¡Israel, Shalom! ¡Emoción!
Entramos en el país rápido y sin trabas. Nuestro siguiente destino, mientras nos sacudimos el sueño, es el
Hotel Crowne Plaza de Tel Aviv (de los dos que hay en la ciudad, el que está en la playa). Como vamos con los deberes hechos (previamente hemos consultado en google maps cómo llegar hasta allí en transporte público), nos lanzamos a la aventura. No resulta muy complicado, al menos a priori: a las 5.16 cogemos un tren dirección Hahagana (8 minutos, 1 parada), de ahí caminamos un minuto y a las 5.35 cogemos el bus 204 (15 minutos, 13 paradas). Desde ahí se supone que solo tenemos que caminar 4 minutos y... ¡voilà!..estaremos en Hayarkon 145 (véase, el hotel).
Los primeros minutos en el bus son algo descorazonadores. Aun está oscuro y el reflejo que nos devuelven los últimos estertores de la noche es el de unas calles que se ven bastante destartaladas. La sensación no es muy buena, ¿va a estar todo así de hecho polvo? Sin embargo, a medida que vamos avanzando y que amanece, el aspecto mejora. ¡Esto ya tiene otra pinta!
Con lo que no contábamos es con que el bus no hiciera todas las paradas y, claro, al final nos desorientamos y acabamos preguntando al conductor. Amablemente nos indica que nos bajemos ¡ya! El fondo de las calles laterales es la playa, así que respiramos aliviadas: ¡muy lejos no debemos de estar! Sigue amaneciendo...
Nos cuesta encontrar el hotel, así que comenzamos lo que podría haber sido una agradable y vespertina peregrinación...¡de no ser porque arrastrábamos las maletas! Así que paseo marítimo arriba, paseo marítimo abajo, damos vueltas cual tiovivo antes de llegar por fin al
Crowne Plaza Tel Aviv Beach (y mira que se ve alto y claro). De camino,
atravesamos una sucesión de agradables playas urbanas de los más cuidadas. A pesar de la hora (rondan las 7.00am), la energía que se respira es brutal. Estamos ante la primera sorpresa del día, que no se puede describir con palabras: cabecitas de surferos en el mar, gente paseando, corriendo, montando en bici, haciendo yoga en la arena...¡deporte y vida sana por todas partes! Flipamos, ¡no teníamos este concepto de
Tel Aviv!
El ambiente de la primera línea nos enamora.
Por fin llegamos al hotel, segunda y agradable sorpresa del día. Un hall luminoso nos recibe, envuelto de ventanales, con una decoración moderna y un ambiente sosegado. La pareja que atiende la recepción nos trata espectacularmente y nos ofrece un early check in. Mientras esperamos la habitación, nos invitan a un café en el bar. ¡Esto promete!
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En el hotel Crowne Plaza Tel Aviv son todo corazón |
Tenemos el tiempo justo para disfrutar de la habitación y de su joya de la corona: ¡la vista mar!
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Estas vistas desde la habitación del Hotel Crowne Plaza de Tel Aviv, no, ¡qué me enamoro! |
A regañadientes (pero con ganas) nos movemos. Hemos decidido, para aprovechar al máximo el tiempo, no dormir. ¡Como unas valientes! Las 9.30am es la hora pactada para encontrarnos en recepción con nuestro guía local, Igal. Pero antes, decidimos bajar a pegar un bocado rápido. Queremos darle una oportunidad a una de las terrazas que hemos fichado previamente en nuestro devenir matutino. Se trata de la zona conocida como Marina de Tel Aviv, que está justo a los pies del hotel. Y ahí es donde el día nos sorprende por tercera vez, gracias a ese maravilloso desayuno. Siempre lo recordaré como el momento en el que descubrimos que en Israel no se van con bromas cuando se trata de la primera comida del día. ¡Qué rabia no tener más tiempo para poderlo saborear con calma! Brilla el Sol, hace calor y las vistas son maravillosas. Apetece quedarse pero Igal nos aguarda.
Más detalles sobre el
más que recomendable Landewar café aquí.
A eso de las 10h arrancamos por fin nuestra visita guiada a pie de la mano de Igal, quién resulta ser un encanto. Partimos del hotel y comenzamos a pasear por la primera línea de playa y con la vieja Yafo (la ciudad antigua) de fondo(esa será nuestra primera parada). El Sol brilla cada vez más y la brisa marina nos despeja, llevamos bien lo de no haber dormido. Además, todo lo que vemos nos encanta y eso siempre ayuda a mantenerse alerta.
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¿Estados Unidos o Israel? |
Tras tres cuartos de hora de relajado paseo llegamos al sur de la ciudad. Por fin estamos en la mítica Yafo (Jaffa en hebreo), una atracción por mérito propio. La Torre del Reloj marca la entrada al barrio y lo primero que visitamos es la interesante zona del mercado de las pulgas. Estamos en un barrio mayoritariamente musulmán y eso se percibe en sus comercios, sus restaurantes y sus gentes. Atravesamos la zona cubierta para a continuación callejear por sus múltiples tiendas. Me gusta mucho lo que veo.
En este punto, una reflexión. Aunque no cambiamos para nada la mañana que pasamos con Igal, una cosa que nos acabará frustrando es que, al ir con él, no es momento de detenernos a mirar todas las tiendas o comprar con calma y, por desgracia, más adelante ya no tendremos ocasión. A la vuelta (al final del viaje) será sábado (shabat), lo que significa tiendas cerradas. En definitiva, si volviéramos procuraríamos asegurarnos tiempo libre en Yafo.
La zona mola un montón y nos detenemos a curiosear, entre otros, en RASE EL HANUT y en ZIELINSKI & ROZEN:
RASE EL HANUT delicatessen
Margoza St. 10. Barrio: Jaffa/Yafo.
Mientras paseábamos por la zona del mercado de las pulgas, entramos para echarle un vistazo rápido y nos encantó. Es una mezcla entre tienda de productos delicatessen y cafetería. Local pequeño y de decoración cuidada. Ambiente joven.
ZIELINSKI & ROZEN- perfumería
+972 54-7740566
10 Rabbi Pinchas st.
Jaffa's Flee Market
¡Menudo descubrimiento! Una tienda chula que encontramos en una de las calles de los alrededores del mercado de las pulgas de Yafo. Lo primero que nos llamó la atención fue su fachada, en especial ese rotulo con su elegante tipografía que nos invitó a asomar la cabeza. Lo siguiente que vimos fueron esas estanterías repletas de maravillosos frascos de cristal llenos de esencias.
-¿Y qué es este lugar tan maravilloso? - nos dijimos.
- Mmm, ¡y ese olor tan bueno! ¡Esa mezcla de fragancias!
No sé si fue la fuerza centrífuga o centrípeta (la física nunca fue mi fuerte) pero algo nos arrastró hacia la chica tras el mostrador. Con su sonrisa algo frágil y su aspecto delicado, con suma paciencia nos explicó cómo funcionaba todo:
-Te vamos dando a oler fragancias puras y así vamos construyendo juntos tu perfume personalizado.
Original, único y nada caro. ¿Suena o no suena a regalo perfecto?
Son las 12h cuando llegamos al mirador del Abrasha Park, con sus vistas maravillosas sobre la ciudad. En un momento foto. A continuación, Igal nos lleva a visitar el más que interesante Museo de Ilana Goor (Rua Mazal Daguim, 4, Yafo. Abierto de domingo a viernes, de 10 a 16h. Sábados y feriados, de 10 a 18h). ¡Otra gran sorpresa de la jornada!
El museo se encuentra sobre una colina y es una joya arquitectónica y una obra de arte en si misma, con sus impresionantes vistas al Mar Mediterráneo. Usado también como casa de la artista, alberga una curiosa colección de más de 500 obras de arte. Es un lugar impregnado de un eclecticismo mágico y que me ha permitido descubrir la hasta ahora para mí desconocida figura de esa artista multidisciplinar e individualista, autodidacta e internacional. Un rincón a momentos divertido y a momentos asfixiante. Su cocina y su terraza superior son dos momentos estelares de la visita. ¡Muy interesante!
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Cocina |
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Terraza superior |
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Interior del museo Ilana Goor |
Seguimos nuestra ruta hacia la zona del pequeño y pintoresco Puerto de Yafo. Entramos en el edificio del mercado donde, gracias a Igal, nos acaban invitando a comer en el Restaurante Kalimera:
Restaurante informal y desenfadado con terraza y cómodos sofás ubicado en una zona de moda: el mercado cubierto, en el pintoresco puerto de Jaffa/Yafo(la ciudad vieja).
Su dueño es un chico muy majo que al parecer en su día salía en la tele y debe ser un personaje conocido. Nosotras fuimos en domingo a la hora comer y disfrutamos con el picoteo que se ve en la foto. Aunque estaba tranquilo, nos dijeron que los viernes y sábados por la noche la cosa se abarrotaba y que había un ambientazo, música en vivo, disc jockeys... Apuesto a que vale mucho la pena.
Son cerca de las 14h cuando seguimos el paseo por la Avenida Goldman en dirección a la agradable estación de tren de Ha´tachana, hoy reconvertida en zona de restaurantes, cafés y tiendas. El Sol sigue brillando espectacular en ese, un lugar muy entrañable para pasar la tarde.
A continuación atravesamos el barrio de Neve Tsedek, del que en seguida me enamoro. Igal nos explica la historia de la zona, totalmente fascinante. Se funda 22 años antes que Tel Aviv, en 1887 a manos de un grupo de familias judías que buscaban salir del hiperpoblado Yafo. Me parece un barrio encantador de casas bajas e imbuido en la más absoluta tranquilidad. En concreto, me flipa la calle Shalom Shabazi. Pero antes llama mi atención un sencillo restaurante que se llama Susana, un local sin pretensiones, repleto de residentes y con una alegre terraza. ¡Para otra vez! También pasamos por el Centro de Danza de Suzanne Dellal y el Teatro Cameri, uno de los dos mayores de Israel, que ofrece algunas funciones traducidas al inglés (dicen que vale mucho la pena). Antaño una escuela, en ella se enseñaba el nuevo hebreo.
Paseando paseando acabamos desembocando en la emblemática Avenida Rothschild, otro punto de visita imprescindible y que merece una parada. Arquitectónicamente es súper interesante: en ella se encuentra el primer hotel de Tel Aviv, además de varias casas art deco, rascacielos...Por cierto, en un lateral está el "All about breakfast", ¡un local que sirve desayunos las 24 horas del día! Curioso.
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Igal nos enseña una foto del primer quiosco que se construyó en Tel Aviv y que aun existe |
Giramos hacia Yavne street, donde le echo el ojo a un pequeño boutique hotel verde monísimo, arropado por coloridas buganvillas. Cuando son las 15h, llega por fin el momento de descubrir algunas de las 4000 casas Bauhaus que se esconden en Tel Aviv. Me parece flipante. Había leído algo sobre las casas blancas de esa ciudad pero no imaginaba ni por asomo que hubiera tantas. La verdad es que ante la primera de ellas siento una punzada de decepción, ya que no tienen el glamour que asocio a la escuela Bauhaus pero, superada la primera sorpresa y a medida que Igal nos explica más sobre su origen, reconozco que recorrer sus curvas con la vista comienza a imponerme y cobra otro sentido. Me encanta pensar que, tras ellas, radica el concepto de unir y crear comunidad.
No todas las casas Bauhaus de Tel Aviv están en buen estado, aunque la democratización de ese estilo es lo que tiene (ventajas o desventajas de que en ellas habiten gentes normales).
A continuación, callejeando, llegamos a Sheinkin street. Disfruto como una enana y no quiero que se acabe. Nos cuenta Igal que hace 10 años la calle era lo más entre famosos y gente guapa. Ahora se le han bajado un poco los humos y permanece como zona muy agradable de tiendas, cafés con terraza, etc. El que tuvo, retuvo.
En Hillel Hazaken, Igal nos señala algunos restaurantes baratos...de noodles, asiáticos... ¡en todos ellos se puede comer por 5 euros! Eso es justo antes de entrar en el barrio yemení para, a continuación, desembocar en pleno corazón del mercado Carmel.
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Mercado de Carmel, Tel Aviv |
Ahí nuestro anfitrión nos sorprende doblemente: por un lado, invitándonos a tomar un zumo de granada recién exprimido (delicioso) y, por otro lado, llevándonos a degustar en un local escondido
el mejor humous de Tel Aviv, el de Carmel (como el nombre del mercado), por 2,5 euros. Casero, sin lujos y sabroso. Ver más
aquí.
Son cerca de las 16h...llegó la hora del adiós. Con pena despedimos a Igal, quién ha sido un guía fantástico y ha sabido descubrirnos la esencia de Tel Aviv en tan solo unas horas. Sin duda, recomendamos a todo el mundo reservar sus servicios aunque sea para una visita guiada de media jornada, puesto que no se me ocurre mejor manera de sumergirse rápidamente en la ciudad y, por ende, en el país.
Con penita pero embotadas por el sueño decidimos regresar directamente al hotel. Vamos andando, atravesando primero la avenida King George y después la calle Dizengoff, para desembocar en el mar o, lo que es lo mismo, en nuestro hotel/hogar. Estamos agotadas y la falta de descanso comienza a pasar factura. Fantaseamos con hacer una parada técnica e ir después a cenar pero, sinceramente, el cuerpo no da para más. Entre que en la habitación se está de gloria y al día siguiente queremos amanecer pronto para ir a recoger el coche de alquiler (nos espera una gran aventura rumbo al norte de Israel), nos rendimos. En el tintero se queda una cena en el encarecidamente recomendado "The Old Man and the Sea", un imprescindible según mi amigo Javier Mateos de Porras. Perdónanos amigo, ¡otra vez será!
Con el sabor de un día intenso en la boca, es momento de dormir plácidamente. No podríamos haber soñado un primer día mejor, una acogida más estimulante. De Tel Aviv nos iremos con ganas de más, sensación que se repetirá a lo largo de nuestra semana en Israel.
Continuará...(esto no ha hecho más que empezar).