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Explorar los alrededores de San Diego: La Jolla y Encinitas

Viernes, 23 de mayo de 2014. Es mi día 2 de viaje y momento de empezar a explorar nuevos horizontes. ¡San Diego nos espera!

Salimos de la casa a eso de las 11h. Mis compañeras de piso de adopción me quieren enseñar La Jolla Shorepronto entenderé por qué. 

Nos montamos en el coche y ponemos rumbo a nuestro destino, que no es otro que arrancar el mediodía con un brunch en el Caroline’s Seaside Café (8610 Kennel Way, La Jolla). ¿Acaso hay algo más americano que este desayuno/comida? El lugar en seguida roba mi corazón. Entre su terraza al sol de lo más cool, su vista mar, las olas y su gente guapa a juego con el entorno, no me puedo sentir más en California. ¿Mi menú? El de los campeones: bagel de tortilla con queso y yogur con frutos rojos. Y para mojar, un café doble tamaño tanque. De hecho, todo en este lugar parece tener dimensiones extra grandes.


Desayuno en el Caroline's, en San Diego


Tras disfrutar de un rato de charla y buena comida, nos montamos de nuevo en el coche (con una recién adquirida multa como regalo) y le damos a las ruedas hasta alcanzar La Jolla. Allí, nos marcamos un recorrido panorámico al ritmo de un agradable paseo a pie. Cualquier visita a La Jolla lleva inherente una parada en el embarcadero para contemplar a sus residentes más exóticas: la colonia de focas que habita bajo la atenta mirada de las gaviotas y los pelicanos, que sobrevuelan sin pausa nuestras cabezas. 

La zona me parece acomodada, bonita y cuidada.

Es momento de seguir ruta. Como nos hemos quedado sin coche, es el turno de estrenar el bus como medio de transporte. Nos montamos en el 101 (como el Highway) hasta Encinitas. Avanzar se hace difícil por lo espeso del tráfico. 

En el bus conocemos a Jason, un universitario bastante freaky que, en cuanto se percata de que departimos en español, no duda ni un segundo en entablar conversación con nosotras, valiéndose de un chapurreo desenfadado de la lengua de Cervantes. Entre intercambios de frases y experiencias con nuestro nuevo amigo accidental, vamos atravesando a trompicones diferentes poblaciones de costa. Cae el Sol y una luz de lo más bonita envuelve nuestra hora de trayecto.

El plan es pasar la tarde en la ciudad costera de Encinitas. ¡Bendito plan! Alegre, colorida, surfera... Estamos a 40 kilómetros de San Diego y aquí se respira a culto al cuerpo. De nuevo, me siento más en California que nunca. ¡Menudo día maravilloso y cargado de buena vibra!


Paseamos por su calle principal, entramos en un supermercado orgánico que me flipa y nos acercamos a conocer la playa, que regala estampas como esta...


Playa de Encinitas, en San Diego

Para enamorarse, ¿no?

Y como parece haber un ambientazo por todo, acabamos cenando en el Union (1108 S Coast Highway 101, Encinitas), un restaurante de lo más recomendable. Ambiente informal, gente guapa de mediana edad, cervezas ricas y porciones generosas. La versión americana del pub británico que tanto me gusta. Ah, ¡los "flatbreads" están para chuparse los dedos!


Restaurante Union en Encinitas, San Diego

Y ahí es donde conocí al amigo de Sandra, Nico, quién ahora es mi "brother".

Total, que así acaba un gran día de aterrizaje en San Diego. Mañana, más. Can't wait!

Ubicación de Encinitas en el condado de San Diego

«San Diego County California Incorporated and Unincorporated areas Encinitas Highlighted» por Arkyan - My own work, based on public domain information. Based on similar map concepts by Ixnayonthetimmay. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons.

Recomendaciones sobre mi viaje a Los Ángeles

La vida está llena de promesas incumplidas. Algún día, alguien tropezará con el saco de las que he ido acumulando y se asustará. Y, al rebuscar, comprobará que la que hice en mi primera día de viaje al Sur de California, esa en la que prometía que iría subiendo entradas in situ y sobre la marcha, es una de tantas...

Sin embargo, me queda un pedazo de recuerdo, cual as en la manga, que todavía no había compartido. ¡Ta chan! Uno que redacté mientras regresábamos en tren de Los Ángeles a San Diego, aprovechando las incidencias y accidentes de ese viaje. Es momento de desempolvarlo y dejarlo volar. 

Ahí va.


Playa de Santa Mónica, en Los Ángeles


IMPRESIONES DE UN VIAJE A LOS ÁNGELES

  • Venice Beach, lo más.


Calles de Venice Beach, en California

  • Haber sido capaces de movernos en transporte público, para el asombro de los san angelinos, ¡lo más!
  • Nuestra casa en Venice Beach…¡oh, la casa! LO MÁS.

Dónde alojarse en Los Ángeles

  • Los sitios en los que hemos comido, de fábula.
  • Pasear por el Boardwalk de Venice y su punto freaky.
  • Abbott Kiney, mi nuevo barrio favorito.

"Son la 1.13 de la mañana y mi cuerpo circula a bordo de un tren de Amtrak con destino San Diego. Regresamos de pasar cuatro noches en Los Ángeles, lo cual no es algo que me pase todos los días. Aunque el azar se está encargando de que nuestro viaje de vuelta sea muy accidentado (mucho, hemos partido con cuatro horas de retraso sobre lo previsto), eso no va a lograr ni por asomo que el sabor de boca con el que me quede sea malo, pues ningún colofón lograría ensombrecer una aventura tan maravillosa.

¿Y cómo calificar estos cuatro días? ¿Geniales? ¿Estupendos? ¿Maravillosos? ¿Perfectos? Cualquier término se quedaría corto, por lo que mejor dejo desde ya de lado cualquier amago de encapsular la experiencia dentro de un adjetivo resumen. No soy tan valiente, no soy tan imprudente.

Regreso de vivir un sueño.

Dónde alojarse con airbnb en Venice Beach

Cuatro días en La La Land dan para un montón. No nos ha sobrado el tiempo, tampoco nos ha faltado a pesar de que sí, contenido hay para dedicarle más días, ¡eso seguro! Pero así está bien, diremos que es una buena medida. Inicialmente, nuestro propósito era pasar en ella solo 3 noche lo que hubiera sido, sin duda, poco… Nos hubiéramos quedado, por ejemplo, sin grandes hits del viaje como cenar anoche en el restaurante de moda Djellina o conocer hoy el Downtown de la ciudad, esa zona que tanto me ha gustado.

Moverse en transporte público por Los Ángeles, motivo de orgullo

Para mí, uno de los logros de este viaje ha sido haber hecho esta escapada sin necesidad de alquilar coche (y haber salido victoriosas). Sí, se puede… yes we can! 

Durante los preparativos del viaje, uno de mis retos fue buscar relatos en los que los viajeros hubieran optado por el transporte público como modus vivendi durante sus vacaciones en Los Angeles: me fue imposible encontrarlos. En general, he observado que te venden la moto de que sin vehículo propio en California no eres nadie y ahora, con conocimiento de causa, me encanta decir que es…¡mentira! Estoy feliz de afirmar que se puede ir de San Diego a Los Ángeles cómodamente en tren. Es una gozada.

Mi sensación/conclusión es que debemos de ser de las pocas (si no las únicas extraterrestres) que hemos optado por desplazarnos en bus, a pie o en metro por la ciudad. Así que, a todos aquellos que a la hora de organizar su periplo por LA tengan dudas o reparos al respecto, me complace decirles que sí, es posible y sí, es incluso recomendable. ¿Desventajas? Haberlas, haylas. La que quiero que tengáis más presente es la pérdida de tiempo: todo es más lento, todo es más largo. Por otro lado compensan cosas como no tener que buscar aparcamiento o ahorrarte el coste del mismo.

Advertencia importante: nada de esto hubiera sido posible (o, al menos, hubiera sido mucho más complicado y engorroso) de no haber contado en todo momento con un teléfono con conexión a internet y google maps. El móvil americano de mi amiga y compañera de viaje Sandra ha sido nuestro mejor amigo: para averiguar líneas de bus, calcular distancias, conexiones. De no haberlo tenido, no sé qué hubiera sido de nosotras…

En fin, ciudadanos sin carné o sin ganas de conducir del mundo, estoy encantada de aseverar que los buses en LA funcionan de maravilla (eso sí, siempre hay que llevar el cambio justo) y que, además, hay algunas líneas de metro para ciertos trayectos interesantes (como, por ejemplo, para ir a Universal Studios desde Hollywood).

Nuestro alojamiento en Venice Beach (Los Ángeles): verlo para creerlo.
-¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Esa fue la frase que brotó de mis labios al tomar conciencia de la maravillosa casa que nos iba a alojar durante nuestras tres noches en la ciudad más poblada de California. 

Mejor, imposible. 

Otra de las joyas de la corona de la escapada a L.A. ha sido nuestro (bendito) alojamiento… ¡algo bueno debemos de haber hecho en otra vida para haber acabado topando con una casa tan increíble y en una zona tan carismática como Venice Beach! Me atrevo a decir que una elección mejor en ambos casos hubiera sido virtualmente imposible, así que doy las gracias a nuestro karma por haber conducido nuestros pasos hasta ambos destinos.

Nuestra casa, reservada a través de airbnb.com, ha sido y es LA casa. No es que pueda recomendarla, es que debo hacerlo, ¡siento que es mi obligación compartirla y difundir sus virtudes! Os ruego, a todos los que busquéis alojamiento, que intentéis reservarla. Es MA-RA-VI-LLO-SA. Por dentro y por fuera, sus paredes y las personas que la habitan…


Y es que, situada como he dicho en el barrio de Venice Beach, a escasos metros del mar, parece sacada de una revista. Os sentiréis como alguien famoso y especial durante unos días… ¡en serio! De hecho, al llegar a la puerta no me podía creer que yo fuera a dormir ahí, ¿de verdad había tenido tanta suerte? Tuve que pellizcarme para cerciorarme de no estar soñando. 

Pero el flipe no quedó ahí, en la fachada de la vivienda. Cuando entramos y Dorothy, nuestra encantadora y jovial anfitriona, nos enseño nuestra habitación… no me lo podía creer. ¿Esa estancia enorme, perfectamente decorada, con vistas al mar y con un baño como la mitad de mi apartamento en España iba a ser toda para nosotras? ¡Ay Dios mío! Y el remate llegó cuando nos subió a la enorme terraza de la azotea, con vistas despejadas y de infarto a todo Venice, al mar, al embarcadero… ¿sigo? De corazón me he sentido bendecida por vivir unos días el sueño de esa casa, por absorber su paz, por esos despertares inolvidables con vistas al mar, a sus olas y sus surfers en acción desde bien temprano. Por poder disfrutar de su luz, de su buena energía, de esa cama tan enorme como confortable… Gracias Dorothy, gracias por tu simpatía y tus gestos cariñosos, por abrirnos tu hogar y hacernos sentir tan y tan cómodas. Gracias también a tu preciosa hija y a tu educado marido, siempre atentos y con las palabras justas de bienvenida. No se me ocurre otra manera de expresarlo: hemos pasado unos días en familia. Gracias, gracias, gracias, han sido los 130 dólares por noche mejor pagados de mi vida.


Os tengo que dejar. Me dicen que la próxima parada es la nuestra. Así que, continuará…" 

Volar hasta San Diego


Jueves, 22 de mayo de 2014. Mientras escribo estas líneas y, con ellas, mi mente empieza a volar, mi cuerpo también lo hace pero a muchos kilómetros de altitud. Hace apenas unos minutos que hemos despegado del aeropuerto de Filadelfia, Estados Unidos (en concreto a las 18.05, hora local) y esto del espacio-tiempo empieza a rozar lo esquizofrénico. Me explico. Mi portátil marca las 00.41 de la mañana (hora de España). Mientras, me encuentro físicamente en las 18.42h hora de Filadelfia (el lugar que estamos sobrevolando) y mi reloj de muñeca ya marca las 15.42, hora de mi destino, que no es otro que San Diego, California. Vamos, ¡que requiere un auténtico ejercicio de intensa concentración recordar en que día vivo! Mi cuerpo debe de pensar que se me ha ido la olla.

Hacía mucho que no escribía en mi blog sobre un viaje estando en él y, por tanto, a tiempo real. Creo que fue en Suecia y desde entonces ha llovido mucho. Me apetece. Siempre me había movido con una libreta a modo de diario de viaje y últimamente estaba empezando, de hecho, a utilizar el iphone como herramienta habitual en la que ir tomando notas, siendo sumamente práctico, inmediato y ágil (la aplicación de notas es perfecta para improvisar y escribir sobre la marcha, mientras se camina, etc.) pero también muy volátil, demasiado… Así que, tras algunos viajes registrados directamente en soporte digital, en mi escapada de mayo a Cornualles, decidí volver a ser analógica y regresar a mi diario de viajero en papel, al más puro estilo de antaño… ¿Y por qué estoy contando esto? En fin, ¡qué me desvío! Estaba diciendo que hoy retransmito en directo. De hecho, voy haciendo breves pausas para mirar por la ventana y observar el terreno, curiosear si va cambiando y cómo. Promete. No en vano, me parece muy emocionante pensar que mi plan de vuelo de las próximas cinco horas consiste en cruzar Estados Unidos de costa a costa. ¿Me dejarán las nubes ver el paisaje? 

Veamos. Recapitulemos entre esta nebulosa de horas y flashbacks que se me mezclan desde que dejé Palma de Mallorca el miércoles por la tarde… Esta mañana (jueves) amanecí en Madrid, tras dormir menos de lo que me hubiera gustado. A pesar de que podría haber retozado cómodamente hasta más de las 8h, creo que a eso de las 5 de la mañana ya he empezado con el juego intermitente de entreabrir el ojo. Aun a sabiendas de que era prácticamente imposible que me quedara dormida, no he podido evitarlo, así que lo asumo como efecto normal de la emoción del viaje, que se encarga de hacer saltar las alarmas por dentro.

Mi vuelo de USAirways ha salido de la T1 a las 12.30h. Había calculado el metro para que me dejara dos horas antes en Barajas, exactamente a las 10.30h. Ya había hecho el check in por Internet la noche anterior, (para mí eso fue anoche, aunque en realidad hayan pasado mogollón de horas) pero sin imprimir las tarjetas de embarque. Gracias a ello, le pude dedicar unos minutos a buscar en Internet recomendaciones para elegir los mejores asientos y, cortesía de las pistas que da la web seatguru.com, ahora estoy cómodamente colocada en la fila 23F, es decir, en salida de emergencia y con toooooodo el espacio del mundo para que mis piernas campen a sus anchas… ¡feliz estoy!

La facturación ha sido rápida y ágil. Nada destacable, excepto las preguntas de seguridad del señor que te daba la bienvenida a la cola del check in (me ha llamado la atención lo escrupuloso que ha sido con su tarea). 

El primer vuelo, muy correcto. He viajado en un asiento estándar, el 16G y en el pasillo, que siempre lo prefiero porque así me puedo levantar, ir al baño y menear a mi gusto (recuerdo por ejemplo como una cárcel el vuelo a Méjico de diciembre, atrapada en el asiento central). Para mi disgusto, en seguida me he dado cuenta de que el respaldo del asiento iba a ser duro e incómodo. Pero bueno, al final tampoco he viajado tan mal y, de hecho, las 8 horas de vuelo se me han pasado volando, entre dormir (poco, apenas dos horas), comer, escuchar música, ver una peli (La vida secreta de Walter Mitty, ¡muy recomendable!) y echarme unas risas con un par de capítulos de The Big Bang Theory. Ah, la comida a bordo más que aceptable y la pantalla individual, una gozada. Excelente también la selección de música y cine.

(No sé qué estoy sobrevolando pero el terreno es curioso, parecen olas de mar cubiertas de una frondosa vegetación).

A continuación, ha llegado el turno de la escala de tres horas en Filadelfia. He de decir que me ha chocado el tener que recoger la maleta en cinta en lugar de que esta viajara directamente hasta mi destino final, San Diego. En cualquier caso, los trámites han sido rápidos y la única anécdota es que, por pecar de sincera y confesar que llevaba un sandwich en el bolso, me he quedado sin la rica merienda que mi amiga con todo su cariño me había preparado para el vuelo (me la han requisado). Tonta de mí.

El aeropuerto me ha gustado mucho. Sencillo, manejable, agradable, claro, práctico y con una buena oferta de tiendas y cafeterías. Me ha llamado la atención que, en lugar de bancos, tuvieran mecedoras de madera blanca, ¡adorable! Y lo mejor, el wifi gratis y los enchufes por todo. Eso sí, ¡americanos! Menos mal que me traía mi adaptador universal de casa. ¡Nunca hay que viajar sin él!

La última anécdota la acabo de protagonizar en el avión. Resulta que de Filadelfia a San Diego, la comida es de pago. Así que, desde casa, me había animado a reservar por si acaso una ensalada de pollo y cilantro, algo carita (21 dólares). Pensaba yo que ya estaba pagada por internet pero no, resulta que se abona a bordo y claro, ninguna de mis dos tarjetas visa ha querido funcionar (y yo, Ley de Murphy, sin dólares aun porque los cajeros del aeropuerto han dicho que no reconocían mi tarjeta y no me han dejado sacar). Total, ¿qué ha hecho el azafato? ¡Me ha regalado la ensalada! ¿Se puede ser más amable? Con un discreto “don´t worry, it´s on me” ha tenido ese detallazo. De verdad, como se agradece en casos así que haya gente amable y buena por el mundo. Enhorabuena, USAirways, por vuestro personal.

(Miro por la ventana pero hay una capa fina de nubes altas y grises que no me permite ver nada).

El sueño me puede. Voy a ver si duermo algo. Son las 17.11 horas, así que pensaré que es una siesta tardía. No quiero ni calcular cuantas horas llevo en ruta, ¿para qué? Paso. Si no pasa nada raro, aterrizaré en San Diego poco antes de las 21h y eso es lo que importa: que empezará la auténtica aventura californiana. 

Con las vistas a un paisaje monótono, me despido. Voy a hacerme con mi antifaz de Joan Collins (como yo lo llamo) y mi almohada inflable para el cuello. ¡Larga vida a ambos! Otros clásicos que no pueden faltar en mis vuelos largos.  

Buenos días, buenas tardes o buenas noches… lo que sea. 

Preparar un viaje a Cornualles

Cornwall (Cornualles). Un nombre mágico. El extremo suroccidental de Inglaterra es sinónimo de celtas, castillos, impresionantes acantilados, parques naturales de ensueño, mucho surf, olas, cangrejos et alter. La revista Conde Nast Traveller lo ha catalogado como 'uno de los lugares que hay que visitar antes de morir', lo cual cuadra con los comentarios que me llegan y que no dudan en calificarla como 'la zona más bella de Inglaterra'. 

Estoy deseando comprobarlo en primera persona y poder dictar mi propia sentencia.




Preparar el viaje a Cornualles está resultando relativamente fácil:

¿Dónde y con quién volar?

Lo primero que reservamos fueron los vuelos, esta vez con Easyjet. Bueno, bonito y barato. Volaremos directo a Bristol, ciudad que aunque no está en Cornualles,  parece que resulta de lo más conveniente, pues queda a unas tres horas y media en coche.

¿Dónde dormir en Cornualles?

Las cuatro noches de alojamiento fueron el siguiente reto. La reserva de las dos primeras resultó muy fácil, las otras se resistieron un poco, en parte porque buscábamos algo original y atípico, en parte porque al ser también puente en Inglaterra la disponibilidad se complica. Pero mejor dedicar otro post específico a este tema, que bien lo merece.



¿Cómo moverse por Cornualles?

Hemos optado por desplazarnos en coche de alquiler. Eso nos va a dar una libertad perfecta. ¿El único reto? Conducir por el otro lado.

¿Qué visitar?

Frente al reto que normalmente me supone organizar un viaje de semanas a un país lejano (a veces dos en una misma escapada), la sensación de circunscribirme a un espacio temporal corto (cuatro días) y geográficamente acotado (una región de un país) es de una sencillez deliciosa. Me recuerda a las impresiones que tuve preparando el viaje a Cantabria, periplo que también me pareció muy fácil de estructurar y organizar por jornadas. Que regusto más dulce me viene recordando aquella escapada...¡qué recomendable!

Volviendo a Cornualles, he estado buceando en Internet, hoy a la caza y captura básicamente de pueblos bonitos y con encanto

Una ayuda a la que siempre recurro en primera instancia es la página oficial de turismo del destino que tengo entre manos. En este caso, aunque es atractiva visualmente, no acabo de encontrar lo que busco. Eso sí, me anoto algunos datos e ideas sorprendentes que tropiezo salpicados aquí y allá, como el hecho de que, coincidiendo con la época de nuestra visita (primavera) exista la posibilidad de ver tiburones peregrinos en la costa del condado. Se trata nada más y nada menos que del segundo pez más grande del mundo, que llega a alcanzar la friolera de 10 metros. Al parecer, caminando por los acantilados del South West Coastal Path uno puede divisarlos y observarlos mientras nadan y atrapan comida con sus enormes bocas abiertas. ¡Curiosísimo!


En seguida me he lanzado a buscar en Google y a crear mi mapa en Google maps. Así, he ido recopilando algunos datos interesantes, rincones de referencia y actividades que pintan muy bien. Aquí dejo algunos que tienen muchos puntos de ser parte de nuestra road movie particular:
  • St. Ives: bella población pesquera con un marcado ambiente cultural.
  • El faro de GodRevy: la foto más famosa de todo Cornualles.
  • El Castillo de Tintagel: cerca de la población de Padstow (famosa por su excelente gastronomía).
  • Excursión en ferry entre Padstow y Rock por el Estuario Camel, con parada en alguno de los impecables restaurantes de la zona.
  • Excursión en barco a las exóticas islas Sorlingas (de Scilly), con su chocante clima subtropical y sus playas increíbles (fácilmente accesibles en el ferry Scillonian III que zarpa desde la población sureña de Penzance).
  • Conducir por la carretera costera de Plymouth hasta Fowey (por esta actividad siento una debilidad especial, sobretodo a raíz de leer que fue aquí donde se ambientó la película "Los Pájaros" de Hitchcock). Recomiendan parar en el pub Inn on the shore, que al parecer tiene unas vistas estupendas.
  • El pueblo de Port Isaac (dicen que es para enamorarse). Aconsejan no perderse los vecinos pueblos de Port Gaverne y Port Quin.
  • Visitar la zona del Estuario de Foweyk, que dicen que es una maravilla. Situado al sur de Cornualles, parece que alberga un puñado de pueblos pesqueros que rezuman carácter.
Me estoy emocionando por momentos. ¡Creo que el sur de Inglaterra va a ser un gran viaje!

¡Continuará!


Relato de un viaje a Noruega: primer día

Mi blog de viajes ha sufrido un accidente. Sí, el destino ha querido que perdiera mi dominio de siempre. Asumido el susto inicial, he llegado a la conclusión de que no hay mal que por bien no venga, ya que la nueva dirección es mucho más sencilla: www.viajesdemarita.com. Y, para celebrarlo, voy a arrancar con el relato de mi viaje a Noruega en 2013, que ya le tenía ganas.

En capítulos anteriores hablé de por qué elegí ese país, compartí cuánto me costó el viaje a Noruega y di mi visión personal sobre el Norway in a Nutshell. Es momento, pues, de pasar a la acción con pedazos de mi guía de viajes. 

Miércoles, 26 de junio

Primer día de viaje a Noruega, que arranca con un buen madrugón. Y es que el vuelo directo de Ryanair con destino a Torp sale a las 6.45 de la mañana.

Tras algunos nervios en Palma porque se nos resiste lo de encontrar taxi al aeropuerto, por fin nos plantamos en Son Sant Joan pasadas las 6.00h. El avión sale puntual a la hora prevista y en seguida me arrepiento de no haber cogido mi antifaz, que hubiera sido de gran ayuda para echar una cabezadita durante las poco más de 3 horas de vuelo.

Aterrizamos en Noruega, donde nos recibe la lluvia, sin contratiempos. A las 11h sale el autobús Torp-Expressen (muy recomendable), que en una hora y media nos llevará cómodamente hasta la estación de autobuses Galleri Oslo, cercana a la estación central de trenes de la ciudad. El conductor es súper simpático, lo cual amortigua los no tan agradables precios noruegos, ¡menudo clavo el autobús! Nada más y nada menos que NOK 480/2 personas por un trayecto de 123 kilómetros. Carísimo.

Son las 12.30h cuando, puntuales, llegamos al centro de Oslo. Decidimos dejar las maletas en la consigna (NOK 50/24 horas), aprovechar al máximo el tiempo e ir de inmediato a explorar la capital. A continuación, paramos en un súper y compramos la comida (NOK 150): ensalada de patata, mini pizza, una bebida energética y un plátano… una excelente y económica opción. Después, paseamos hasta el emblemático edificio de la Ópera, que tanto me apetece. Antes de visitarlo, nos sentamos en un banco frente al edificio y, mientras lo observamos tranquilamente, aprovechamos para comer. A pesar del día gris, que no acompaña, disfruto absorbiendo el encanto de su arquitectura, que me parece fascinante. La fachada tiene un punto mágico que sin duda me atrapa.

Cuando son las 13.15h, tal y como recomienda la guía, nos disponemos a subir por las pasarelas que llevan a recorrer el  exterior del edificio, tan blanco y tan perfecto. Leemos que vale la pena para tomar perspectiva de los alrededores y hacerse con el espacio y confirmo que es así. A continuación, es momento por fin de entrar en la Ópera. Nuestro objetivo es hacer la visita guiada en inglés, que según la lonely planet es a las 14h. Sin embargo, en recepción nos enteramos de que en realidad ha sido a las 13h, así que por culpa de un error de la guía (que no será el único) nos quedamos sin poder hacerla, ¡una auténtica pena!


Superado el disgusto inicial descubrimos que hay wifi gratis, así que nos sentamos un rato en el hall para conectarnos y tomar algunas fotos. Observar el interior del edificio es una auténtica gozada y es realmente impactante, con su “muro de olas” o los divertidos motivos de las paredes, entre otros detalles.

Antes de irnos, aprovechamos para ir al baño, sin coste, pues en la mayoría de lugares hay que pagar alrededor de NOK 10.

Fuera sigue lloviendo. De hecho, no parará de llover en todo el día. Una lluvia fina y constante que deja maniobrar pero que desgasta. Al final de la jornada, acabaremos bastante hartos de ella.

Decidimos dirigir nuestros pasos al Museo del Barco Vikingo, al que se accede por medio de un ferry que en 15 minutos te lleva a la Península de Bigdoy.  Andamos hasta el muelle de Radhusbrygge, punto de partida de los barcos, situado frente al imponente edificio del Ayuntamiento… ¡una auténtica mole! Del muelle en si esperaba un poquito más, pues había leído en la guía que estaba lleno de puestecitos que venden pescado. Sin embargo, no veo gran cosa y no hay mucho ambiente, ¿será por la hora?

Un consejo: conviene comprar el ticket del ferry antes de subir, así sale algo más barato. Son las mismas tarjetas de transporte del tranvía, etc. y las validas al subir.

Una vez en Bogdoy, a pesar de que no hay carteles resulta muy sencillo llegar hasta el museo, tan sólo hay que andar un poco y seguir a la gente.

Son las 15h cuando iniciamos la visita. Al principio el lugar, que no es muy grande, está bastante abarrotado pero poco a poco se va vaciando. El espacio ocupa una única planta de 4 naves y recorrerlo se hace muy ameno, incluso aunque a priori no te interese mucho el tema. Básicamente, lo que se ve expuesto son 3 barcos vikingos enormes, dos de ellos excelentemente conservados. Disfruto mucho leyendo la historia de cómo estaban enterrados en granjas hasta que los descubrieron por casualidad, todo gracias a la costumbre de la nobleza de utilizar las embarcaciones como tumbas, donde eran enterrados con todas sus pertenencias. Por cierto, recomiendo estar atentos a los códigos QR que hay en los paneles de las paredes. Como hay wifi gratis en el edificio, resulta una manera muy innovadora de acceder a divulgativos contenidos de audio.



En definitiva, me parece una visita muy agradable, además de una buena excusa para darse una paseo por la Península de Bogdoy y deleitarse observando algunas de las impresionantes casas de la zona (tranquila, residencial y claramente adinerada).

Tras concluir la visita al museo, tomamos el ferry de regreso a la ciudad bajo una lluvia que no cesa. Una vez en tierra, decidimos dar un paseo hasta la Galería Nacional. De nuevo, la guía lonely planet nos falla, al decir que cierra a las 18h. Al llegar, a las 16.45h, descubrimos frustrados que ya no dejan entrar a nadie. ¡Qué rabia! Con lo que me apetecía… Y de entrada gratis, como decía la guía, nada, ¡hay que pagar NOK 50! En fin, que no dan una…

Optamos por acercarnos a pie hasta Damstredet. ¡Eso sí que es un acierto y una agradable sorpresa! Se trata de una callecita no muy larga y súper pintoresca, repleta de casitas antiguas del S. XVIII, todas muy cuidadas y que parecen sacadas de un cuento. Entre flores y buen gusto, recorremos encantados ese oasis en medio de la ciudad… ¡nos encanta! Tomamos mil fotos.



Tras pasear por ese lugar tan recomendable, pensamos que es momento de ir a la estación de buses a recoger nuestro equipaje y retirarnos hacia el alojamiento. Ha sido un largo día y estamos cansados. Entonces, observo que tengo varias llamadas perdidas en el móvil y resulta que son del hostal, desde donde han estado intentado avisarnos de que el check in era hasta las 18h. Es tarde y nos agobiamos un poco. Viendo que aclararse con los tranvías es algo complicado y que el mapa que tenemos no nos ayuda a aclararnos, optamos por coger un taxi, presionados por el poco margen de tiempo y la lluvia. Un error, pues nos cobran la ridícula cantidad de NOK 152 por una carrera de 10 minutos escasos. En definitiva, ¡taxis nunca más! Pero bueno, estas cosas pasan.

Menos mal que nuestro alojamiento, la Ellingsens Pensjonat, resulta ser una delicia. Limpio, coqueto, camas híper cómodas, tranquilo, buena zona… Lo único malo es el tamaño de la habitación (muy pequeño), así como que por el precio que pagamos (bastante) el desayuno no esté incluido. Pero ya se sabe que el alojamiento en Oslo es híper caro, así que aceptamos que es lo que hay. Sin duda, lo recomendamos y volveríamos a alojarnos ahí.
Cuando son las 19.30h estamos instalados, por fin, en nuestra bonita habitación, aunque antes de relajarnos del todo nos acercamos al  supermercado para comprar la cena y algunos víveres para el día siguiente.

Así acaba nuestro primer día en Noruega, intenso y bien aprovechado a pesar de las zancadillas de la guía lonely planet y sus informaciones erróneas. Oslo está muy bien, me gusta, aunque reconozco que la experiencia se ha visto empañada por la lluvia constante. La impresión en general es que la gente es muy amable y el servicio muy simpático.

¡Mañana, más!

DATOS PRÁCTICOS

Oslo
Ellingsens Pensjonat
Holtegata 25
Habitación doble con baño privado
990 coronas (123 euros)
Reserva previa a través de booking

Cómo evitar las colas del Museo del Louvre


Como ya conté en su día en mi blog, en septiembre de 2013 hice un viaje a París de 3 días. Fue una visita maravillosa, 72 horas en las que la capital de Francia nos enamoró por completo.

Pero no era mi primera vez, no. Sin embargo, seguía virgen, pues me faltaba una visita imprescindible: la del Museo del Louvre. Ya dicen eso de que siempre tienes que dejar algo para otro viaje y, en mi caso, la cuenta pendiente con París no era otra que verle la cara en vivo y en directo a la Gioconda para tratar de ser yo la que descifrara el misterio de su sonrisa.


Total, que para allá que nos fuimos en nuestra última mañana en la ciudad de la luz. Sólo le pudimos dedicar a la visita tres horas. Sin embargo, para mi sorpresa y a paso ágil, nos las arreglamos para ver la mayoría de cuadros, esculturas y demás joyas del arte que nos apetecían. Además, así no se hizo pesado y digerimos mejor lo que contemplábamos (a veces, empacharse visualmente no es bueno, lo sé por experiencia propia). Y sí, logré estar cara a cara con la Gioconda, además sin agobios ni masificaciones (todo gracias a las entradas de acceso prioritario que habíamos comprado previamente  y que nos garantizaron ser de las primeras en acceder al interior del museo).

Ubicado en el centro de Paris, el Museo del Louvre posee unas de las obras mas emblemáticas de todos los tiempos. Ver y casi poder tocar, por fin, a la Gioconda, la Victoria Alada de Samotracia, Psique reanimada por el beso de amor, la Venus de Milo o Las Bodas de Caná (entre otras piezas) es una oportunidad única y emocionante que te regala la vida y que hay que aprovechar, ¡doy las gracias a París por ello!



¿Cuál es el truco para evitar las colas del museo del Louvre de París?

La respuesta es muy fácil: comprando la entrada con antelación y por Internet a través de la web oficial de París, www.parisinfo.com.  

¿Qué compras exactamente?

Lo que estás adquiriendo son entradas prioritarias para el Louvre o, lo que es lo mismo, una entrada sin hacer cola para las colecciones permanentes del museo y que además, incluye el acceso gratis para explorar el museo Eugène-Delacroix ese mismo día.

¿Cómo te llega tu entrada al Museo del Louvre?

1)En mi caso, para ahorrarme los gastos de envío, las recogí en la oficina principal de turismo de París, que abre a diario de 9 de la mañana a 7 de la tarde y que está cómodamente situada entre el museo del Louvre y el edificio de la Ópera (25 rue des Pyramides, Paris 1st). 

Una vez allí, presenté mi email de confirmación y me entregaron las entradas al momento. Fueron muy amables y el proceso fue rápido y sencillo. 

2) También puedes pedir que te las envíen por correo postal, incluso al hotel dónde te alojarás. Eso sí, hay que pagar 6,35 euros adicionales (para entregas en París) o 14,50 euros (para entregas en España). 

Si tienes más dudas, puedes entrar en el enlace de preguntas y respuestas frecuentes. 

¿Es recomendable?

¡SIN DUDA!

Mi experiencia personal fue muy positiva. Tanto por la rapidez y sencillez del proceso de compra (pagué con tarjeta de crédito cómodamente desde casa), como por las ventajas que supone a la hora de acceder al museo. Sin duda, ¡fueron los 24.00 euros mejor pagados (coste: 12 euros/entrada)! Mi consejo es que no lo dudéis y optéis por esta forma de adquirir las entradas al museo del Louvre.

Imaginaos el gustazo. Llegar y ver un pasillo reservado para los que ya teníamos la entrada y que te digan 'por favor, pase por aquí, que tiene entrada VIP'... ¡maravilla!

¿Te he convencido?

Si es así, pincha reserva de entradas prioritarias al Louvre para acceder a la información y reserva.

Más info sobre el Museo del Louvre: datos útiles.
  • Los horarios de apertura son:
El lunes, jueves, sábado y domingo: de 9h a 18h
El miércoles y viernes: de 9h a 21h45
  • Las salas empiezan a vaciarse 30min antes de los horarios de cierre.
  • El museo abre todos los días, excepto los martes y los días festivos siguientes: el 25 de diciembre, el 1 de enero, el 1 de mayo.
  • El miércoles 8 de mayo, el museo cierra a las 18h y no a las 21h45.
Aquí os dejo algo muy útil para preparar vuestra visita al museo: información sobre el Louvre en castellano y un mapa de sus instalaciones, para ir abriendo boca (enlace aquí).

¡Ahora vais y me lo contáis!