Sí. Alguien viaja en breve a Hong Kong. Sí, alguien me ha pedido si tengo información sobre ese destino en mi blog.
- No, no tengo nada colgado. ¡Pero eso tiene rápida solución!- contesto.
Hong Kong me encantó, quizá porque supuso un soplo de aire fresco, un lugar civilizado después de tanta irritación. Porque sí (hoy todo parece girar en torno al sí, una de las palabras más usuales en español), China me saturó. No el país en sí, que tiene rincones maravillosos sino, y con todos mis respetos, sus gentes. Ya está, ¡ya lo he dicho! Y es que... ¡cuesta ser políticamente incorrecta! Aunque nunca se debe generalizar, debo afirmar que los chinos me parecieron de lo más irritantes.
En fin, que me desvío. Que hablábamos de Hong Kong...
¿Dónde nos alojamos en Hong Kong?
Nos costó decidirnos, en parte porque servidora estaba obsesionada con la idea de acabar en una habitación con vistas. Vistas sobre la ciudad, vistas sobre la bahía... me obsesioné con procurar hacerme con vistas espectaculares, fueran las que fuesen.
Al final, con nuestra habitación en un piso alto, conseguimos unas vistas especiales, que ya es algo. Teniendo en cuenta la poca antelación con la que reservamos y que nuestro presupuesto, para entendernos, no era el de Donald Trump, ¡bien está lo que bien se acepta como una buena relación calidad-precio! El hotel afortunado fue:
Butterfly On Hollywood (4*)
263 Hollywood Road, Hong Kong
Uno de esos edificios estrechos y muy altos tan típicamente Hong Kong, uno de esos que parece hallarse cómodamente atrapado entre otros rascacielos. Hall de estilo moderno, ordenadores Imac a disposición del cliente y personal muy, muy amable.
¿La habitación? De tamaño justo para dos pero, en definitiva, agradable. Entre maletas y personas, quedaba el espacio para moverse... y poco más. Pero me bastaba con tumbarme en la cama frente a ese gran ventanal, observar de fondo el enjambre de edificios altos y desgarbados y entonces... voilà... el resultado era mi cara satisfecha mientras el espacio y el tiempo se esfumaban a mi alrededor. Las vistas desde mi estancia, a la que cogí cariño (y eso es bueno), parecían saber transportarme a un mundo con el puntito distópico que yo estaba anhelando encontrar. Ni más, ni menos.
¿La ubicación? Adecuada, cómoda para moverse por todo andando o en tranvía (aprovecho para adelantar que este último fue, sin duda, mi medio de transporte favorito para recorrer la ciudad). Cerca quedaban la zona del Soho o la muy recomendable visita al íntimo Templo de Man Mo, en el que nos sumergiríamos en un momento de nuestra estancia en Hong Kong.
Esta región especial de la República Popular China se divide en cuatro zonas: la isla de Hong Kong, Kowloon, los Nuevos Territorios y las Islas Exteriores. Nosotros nos alojamos en la isla de Hong Kong, concretamente en Central, donde parecen concentrarse la mayoría de hoteles. Por otro lado, Kowloon -en la península- también es una buena y popular alternativa para resolver felizmente una estancia a buen precio en Hong Kong.
¿Cómo moverse por Hong Kong?
Uno. Soy fan absoluta de los tranvías centenarios de Hong Kong. Recomiendo tomar uno siempre que sea posible, dejarse sorprender por su practicidad (término no registrado en la RAE pero que uso porque me encanta) y divertirse de lo lindo subiendo a su segunda planta y viendo la ciudad pasar desde alguno de sus asientos de madera. Moverse a bordo del tranvía de Hong Kong es hacer historia. Eso sí, sus seis rutas solo discurren por la zona norte de la isla. De lo contrario, lo recomendable es moverse en tren (MTR para ellos) con la tarjeta Octopus (véase a continuación).
Dos. Soy fan absoluta de la Octopus Card, la tarjeta oficial y reutilizable que sirve para pagar el transporte público y en muchas tiendas. Me reportó interesantes descuentos y, sobre todo, comodidad y agradables sorpresas (más ahorros y ventajas de las esperadas).
Tres. Llegados a este punto es donde voy a dar voz a algunas de las notas de mi relato de viaje de uno de los días en Hong Kong:
"Son las 9.00h cuando salimos del hotel. Hoy es día
de check out.
En un puesto callejero frente al hotel compramos
cuatro bolas de dim sum por un precio irrisorio, 4,5 hkd, mientras que por el
café para llevar del cercano Western Market pagamos un precio europeo de 2
dólares. Nos lo zampamos todo felizmente sentados en un banco de la placita que
hay frente al restaurante- cafetería Harmony, lugar que tuvo el honor de servirnos nuestra primera comida en Hong Kong.
Nuestro plan para esta mañana es subir al Victoria
Peak en el histórico Peak Tram, así que tomamos primero el tranvía hasta la
parada 23 y ahí enlazamos con el famoso funicular. Resulta que al pagar con
la Octopus Card, nos ahorramos hacer cola. ¡Todo son ventajas!
Por todo nos han recomendado que nos sentemos en el lado derecho del vehículo y obedientes, así lo hacemos. Pues bien, ¡tienen
razón!: así, las vistas a lo largo de los divertidos y empinados 10 minutos de
trayecto son mucho mejores.
Al salir, en la cima, topamos con un pequeño centro comercial.
Entramos y vamos subiendo por las escaleras mecánicas porque así se llega hasta
una terraza panorámica que promete vistas espectaculares. Observo que en una de
las plantas hay un restaurante de la cadena Buba Gump, ese en el que sirven de
mil y una maneras las gambas y que se inspira en la famosa película Forrest
Gump. Nosotros quedamos muy contentos en el de Nueva York y este de Victoria
Peak parece tener unas vistas de infarto sobre la bahía, así que si vuelvo
algún día, no me importaría comer o incluso mejor cenar ahí. Ahí lo dejo.
Resulta que hay que pagar un extra para acceder a la terraza
panorámica... ya que hemos llegado hasta aquí, pagaremos. De nuevo, utilizando la Octopus Card nos saldría algo más barato (25 HKD en lugar de 30) pero
justo nos hemos quedado sin saldo. ¡Qué no os pase lo mismo!
Ya estamos en la terraza exterior. El día no acompaña: está nublado y la visibilidad
no es buena. Aun así, pasamos un buen rato tomando fotos y vídeos (las panorámicas con
la aplicación del iphone quedan geniales). Decidimos seguir nuestro camino con la sensación
de haber hecho bien en pagar y subir.
De vuelta en el centro comercial, aprovechamos para curiosear en
algunas de sus tiendas. Hay souvenirs interesantes y
bastantes cafeterías en las que tomar algo y disfrutar de las vistas.
Al salir a la calle y antes de coger el tranvía de
vuelta a la ciudad hacemos dos cosas, las dos recomendables. En primer lugar, entramos en
la oficina de información turística que hay instalada dentro de un antiguo
vagón del tranvía. Nos atiende una chica de lo más amable y nos explica que hay
muchas rutas de senderismo en los alrededores. Es una pena porque no tenemos
tiempo para explorarlas, nos quedamos con las ganas.
En segundo lugar, nos acercamos hasta una pequeña
plataforma que hace las veces un mirador. Las fotos desde ahí también son interesantes y nos detenemos a estudiar el típico panel exterior con un dibujo de la bahía que nos permite identificar los
diferentes edificios del skyline de la ciudad.
Ahora sí, cogemos el tranvía y volvemos a disfrutar
del breve pero imprescindible trayecto en funicular que nos conduce sanos y
salvos a la zona de Central. Como estamos apurando las últimas horas en la
ciudad y no queremos irnos sin ver el barrio del Soho, del que tanto nos han
hablado, enlazamos con el tranvía.
Tras un par de paradas, por fin estamos en el Soho. Y pienso, "menos mal que no nos
hemos perdido esto".
Para empezar, tropezamos con un mercado de fruta y
verdura callejero brutal.¡Maravillados estamos! ¡Qué fotogénico! Lo atravesamos
y llegamos a una zona donde, como esto es Hong Kong, en vez de aceras hay
escaleras mecánicas. Vamos ascendiendo entre un montón de restaurantes a ambos
lados de la calle, así que pienso que va a ser difícil decidirse por uno, menos
mal que la mayoría son demasiado occidentales para mi gusto. Total, que
escogemos uno al azar. Afortunadamente, acertamos.
A las 12.53 nos encontramos en pleno Soho en el
restaurante Cicada. Por 200 HKD, o sea, barato, comemos los dos bastante bien
de un menú compuesto por primero, segundo (un wok a elegir) y de bebida, todo el te verde
que queremos. Las escaleras mecánicas quedan justo a nuestro lado y el constante
fluir de gente convierte el almuerzo en una situación de lo más entretenida.
Vemos que nos da tiempo de regresar al hotel
andando, así que apuramos los minutos y seguimos descubriendo un montón de calles y rincones nuevos de esta fascinante ciudad. Me
voy con buen sabor de boca del Soho, que además de ser una animada zona de
restaurantes, cuenta con algunas tiendas
pequeñas "vintage/románticas" con una pinta estupenda.
Es hora de decir adiós a Hong Kong. Con pena
dejamos el hotel Butterfly on Hollywood, en
el que hemos estado tan a gusto, para dirigirnos a la cercana estación de
metro (la de Sheung Wan).
A las 15.05 estamos ya en el tren de cercanías
dirección Lo Wu y camino de la frontera. El día, para variar, es gris (el tiempo no nos ha acompañado en Hong Kong). El billete nos ha costado 35 HKD/pax. Nos podría
haber salido más barato pagando con la Octopus Card pero otra vez nos ha
fallado el saldo y no nos ha compensado recargar con el mínimo (50HKD).
Aprovecho para gritar a los cuatro vientos lo
recomendable que es comprarse la Octopus Card.
Sus ventajas son múltiples, entre ellas descuentos en los tickets,
entradas sin hacer cola, etcétera. Un ejemplo ha sido el "cable car",
en el que nos hemos ahorrado una cola tremenda por un precio algo mas barato.
A las 16.43 estamos ya en la estación de Shenzen,
comiendo en el Kentucky Fried Chicken por 60Y (no hay mucha más oferta).
Siempre podríamos haber comprado en la tiendecita cajas de fideos deshidratados
y con el agua caliente de los dispensadores haber comido de eso (que es lo que
hacen los chinos) pero hoy creo que prefiero el pollo crujiente, con su sorprendente toque picante que tanto gusta por aquí.
En los minutos previos a la salida y a pesar de que
los asientos del tren van numerados, asisto alucinada al espectáculo de cómo
los locales intentan saltarse la cola en plan agresivo. El jefe de estación,
megáfono en mano, les increpa y llama al orden y algunos de los protagonistas
del intento fallido vuelven a sus asientos y se quedan tan panchos, mientras
que otros prueban suerte de nuevo. Estos chinos
y su aparente ansia por saltarse las normas no dejan de sorprenderme.
A las 17.46 sale puntual el tren hacia la que será nuestra
siguiente parada en la ruta: Guillin. Nuestro camarote está muy sucio,
especialmente la cortina, que luce un manchurrón marrón de cuyo origen prefiero
no tener información. Me consuelo pensando que en principio somos afortunados
porque el tren va medio vacío y parece que estaremos solos en nuestro camarote
de 4 personas. ¡Qué relativa es la fortuna! Observo que estas camas no tienen escalera, ¡así que de haber tenido compañeros, lo de subirse al camastro superior hubiera sido todo un show!
Flipo (para mal) con la litera, ¡es durísima! Además, la colcha que te ponen para cubrirte da bastante
manía, así que opto por taparme con mi propia ropa. Un consejo útil para otros
viajeros que tengan previsto un trayecto en tren en su viaje por China sería llevar la manta del avión o un saco sábana con el que aplacar el frío.
Nos esperan 12 horas de viaje. Con paciencia y a
saltos, conseguimos dormir bastante y, desde luego, más de lo esperado dadas las incómodas circunstancias".
¿Algún restaurante que valga la pena en Hong Kong?
¡Y tanto! Tomad nota de dos:
1_Para una cena de esas de darse un homenaje (necesarias en todos los viajes), pedid una mesa con vistas en el Aqua.
2_Hang Zhou Restaurant
Metro: Wan Chai (salida A5)
Bueno y barato. Estaba en mi lista de sitios donde sí o sí comer en Hong Kong y al final, por motivos varios, se nos quedó en el tintero. No dejéis que os pase lo mismo, id y contádmelo, por favor. Me lo recomendó mi amiga P y, la verdad, el argumento fue de lo más convincente a la vez que paradójico: un restaurante de comida rápida que cuenta con una estrella Michelin y que, sin embargo, posiblemente sea el más barato del mundo en su especie. Por tanto, no sorprende que hacer cola sea el impuesto revolucionario del lugar, que quizá pueda evitarse o minimizarse si se acude a tan insólito local fuera de las más concurridas horas punta.
Otro consejo
Si podéis, acercaos a alguna de las oficinas de turismo de Hong Kong que hay repartidas por la ciudad. ¡Constituyen todo un espectáculo y hacen honor a su nombre! Modernas (su herramienta de consulta e información es el Ipad)y realmente útiles.
Hasta aquí una primera entrega sobre Hong Kong, uno de los lugares que más me gustó dentro de mi viaje de 18 días por China. Continuará...