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Mostrando entradas con la etiqueta Gijón. Mostrar todas las entradas
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Relato de viaje a Gijón. Día 3

Como algunos sabréis, gracias a esta entrada en mi blog gané un concurso. Y gracias a eso, mi recompensa fue poder pasar tres días en Gijón y, ¡jo qué días! 



¿Que qué me pareció Gijón? ¡Pues aquí lo explico! Y tanto me gustó, que he decidido compartir en forma de relato de viaje lo que experimenté y por qué.

Pues bien, ya tenía ganas de poder meterle mano a este blog para rematar la faena. Los preparativos de mi reciente viaje a Noruega me lo han impedido hasta ahora, distrayendo mi mirada hacia otros horizontes. Pero ya estoy aquí y, si os apetece seguir leyendo, ¡el placer será mío!

Relato de viaje a Gijón. Día 3.


Empezamos la jornada a las 9.30h y a las 10.00h ya estamos subidos en el mini bus rumbo a Laboral Ciudad de la Cultura. Para los que quieran moverse en transporte público, me comentan que hay buses que llegan hasta allí.

¿Y qué es La Laboral? Poco disciplinada, no me he mirado el programa de ese día ni me he informado sobre ese lugar. Ahora casi que me alegro, porque lo que me voy a encontrar me pilla así más desprevenida.

¡Menudo sorpresón! El edificio es I-N-M-E-N-S-O. ¡Me explican que es tres veces el Escorial! Impresionada estoy. Me parece toda una joya, un auténtico tesoro escondido. Tanto su patio corintio, que hace las veces de entrada principal, como la gran Plaza Central en la que este desemboca me dejan boquiabierta.



Llama mi atención la tienda de la Laboral. Asomo la cabeza y me encuentro con un local de decoración cuidada y contemporánea, con mobiliario de formas redondeadas y vanguardistas. Me gustan las tiendas de los museos y espacios culturales. Suelen ser interesantes, con objetos singulares a la venta y ambiente muy refrescante para los sentidos. Esta cumple ese perfil a la perfección.

Iniciamos la visita de una hora acompañados de un guía (un muy buen guía). En este caso, considero que su figura merece mucho la pena y recomiendo optar por contratar sus servicios. 

Nos comenta, por ejemplo, que 11 arquitectos trabajaron en la construcción del complejo, inacabado y rodeado de legendarias historias.

También alaba el prestigio del centro, originalmente concebido como espacio benéfico docente y nos explica que era el equivalente a Oxford o Cambridge a nivel de formación profesional, infundiendo para ello entre los estudiantes valores como el sacrificio académico y la lucha diaria. Estos procedían de zonas rurales y el alcalde podía ser el prescriptor y recomendar alumnos.

Me parece un lugar de interés espectacular, sin duda imprescindible. Una ciudad cultural en constante transformación

Deslumbrados con el exterior del edificio, pasamos a continuación a visitar su interior. ¡Ganas tengo visto lo visto!




En la Laboral Teatro intentamos acceder al Auditorium. Están ensayando una obra de manera que, casi a oscuras, alcanzamos a intuir las 1426 butacas que lo componen. Se percibe una acústica brutal.

Además del Auditorium, uno de mis puntos preferidos es el hall del teatro. ¿Por qué? Pues por Erwin Olaf y sus fotos. Este señor (un prestigioso fotógrafo holandés) llevó a cabo el proyecto para la sala de la entrada por encargo del Teatro. En él, ha recreado a su manera cuadros antiguos, la mayoría del barroco. Los modelos fueron seleccionados en un casting en Laboral y la mayoría son actores asturianos. Las imágenes son imponentes.

Nos dirigimos al piso noble del teatro para ver la Sala de Pinturas, obra de Enrique Segura. Allí el guía nos explica la historia que empapa la estancia (inspirada en la Capilla Sixtina). ¡No tiene desperdicio!


Las cocinas (que no siempre pueden visitarse) son otro momento estelar de la visita. ¡Las encuentro fascinantes! Tienen un rollo industrial que serviría de escenario ideal para cualquier película de terror o suspense. 



Finalmente, subimos a la torre (en ascensor) para disfrutar de la visión panorámica de los alrededores. Una vez más, en esta ocasión a vista de pájaro, constato lo cuidada que está Gijón



¿Siguiente parada? El jardín botánico, al que accedemos a través de un agradable paseo atravesando una rambla de magnolias(en época de floración debe de ser una delicia).

La visita, de hora y media de duración, transcurre en un suspiro. ¡Me encanta! La guía que nos acompaña y nos muestra sus atractivos es una señora entrañable, culta y encantadora. Nos aclara que para una visita "en condiciones, se necesitarían 4 horas". Ahí lo dejo.

Me sorprende la sofisticada arquitectura de los jardines. Por ejemplo, nos muestra las pirámides que gráficamente explican la evolución de los árboles. Curiosa es también la zona de plantas de la muerte y tóxicas.

¡Por fin, le pongo cara a plantas medicinales como la equinacea o la valeriana! ¡Curioso! Por cierto, la mayoría de lo que vemos se puede comprar en la tienda del jardín, ¡todo orgánico!

Es el turno de participar en una actividad que me encanta: ¡un taller de aceites con sabores! Nosotros mismos, con nuestras manos, creamos un rico y sano souvenir que llevarnos de recuerdo. ¡Muy instructivo!

Nos vamos cargados de información y admirados con el jardín. Hacen un trabajo estupendo.

Nuestra siguiente parada es el restaurante LaSalgar, donde vamos a disfrutar de un menú "Gijón gourmet". Lo recomiendo totalmente. Pagas 45 euros por una comida o cena espectacular, con dos entrantes, dos platos seleccionados, un postre especial y buen vino. Basta que llames y reserves en los establecimientos adheridos o que compres el bono en alguna de las oficinas de información turística.¡Sale a cuenta!

Si tuviera que hablar de su comida, destacaría la sofisticación y las texturas. Hoy comeremos: 

crema de queso gamoneu
sardina ahumada con coliflor y hojas de rúcula joven
cuajada de ajoblanco, agua de tomate y sutiles ajos
salmonete con tazones gel de hierbas aromáticas con caldo de sus espinas y ali oli de sus higaditos
arroz con pitu caleya
soufle y tierra de avellanas con helado de nata y genjibre

Sorprende que la ración de arroz con pitu caleya (pollo de granja), por ejemplo, sea tan abundante. ¡Quedas bastante saciado, la verdad!

La decoración es suave y elegante, envolvente sin ser recargada. El servicio es hiper amable. Y los grandes ventanales hacen que las vistas en este día de sol que nos acompaña sean espectaculares.


Para LaSalgar del prestigioso chef Nacho Manzano solo tengo buenas palabras. Como buenas palabras tengo para Gijón, de la que me despido con pena. Han sido tres días geniales, cargados de buena gastronomía y buena gente. En Gijón, si uno se toma la molestia de informarse a priori, es imposible aburrirse.

cuajada de ajoblanco, agua de tomate y sutiles ajos

Sin duda, volvería.

Si quieres tener el relato completo, visita:

Relato de viaje a Gijón. Día 1.

Relato de viaje a Gijón. Día 2.


Relato de viaje a Gijón. Día 2


"Ya vendrás al plato, arbeyu"- (dicho popular en Asturias).


Eso aprendo hoy...entre otras muchas cosas.

Y es que...nunca te acostarás sin saber una cosa más.

Me levantó recordando el local tan chulo en el que cerré la jornada de ayer: una gran sorpresa.




Y, además, me levanto pensando que esta ciudad tiene un rollo creativo que me está encantando.


¿Qué nos deparará el día hoy? De momento, el plan promete. Véase:

Paseo en barco por la bahía.
Visita guiada a pie por Cimavilla (barrio antiguo de pescadores).
Visita a un llagar y comida.
Paseo en Segway (¡mi primera vez!).




Empezar la mañana navegando no es mal plan, ¿verdad? Amanece nublado, así que me enfundo el cortafríos que, a posteriori, no tendrá mucho frío que cortar (la temperatura es bastante agradable).

Desde el Hotel Santa Rosa llegar a la Dársena Vieja, de donde parte la excursión en barco, es apenas un agradable paseo a pie. 


Nos recibe el patrón, un señor encantador. Tras una breve explicación de los encantos del catamarán Gran Bahía, zarpa para nuestro regocijo.

El paseo es de lo más agradable y recomendable. Además, nos premian con unos dulces típicos de los que me declaro fan instantáneamente: la princesita y la pasta de nuez. No me extraña que la primera, un dulce de mazapán y crema de yema, haya conquistado Inglaterra, Estados Unidos o Japón o que apasionara a la madre del rey. ¡Están de muerte!

La experiencia en barco es de lo más divertida. En proa hay una red y, como no, ahí nos instalamos entre risas para cómodamente disfrutar del recorrido: salimos de la marina, bordeamos el emblemático barrio de Cimavilla (que en breve recorreremos a pie) y atravesamos la Bahía de Gijón con la playa de San Lorenzo como telón de fondo, para finalmente llegar hasta la Playa de la Ñora.

Contemplar una ciudad desde la distancia que da el mar siempre es muy instructivo. Se aprende mucho y la perspectiva proporciona muchas referencias útiles. Eso sí, observo con añoranza algunos edificios históricos y bajos, con un evidente encanto, algo asfixiados entre otros modernos y de alturas considerables y dispares (y ya no tan bonitos). Lo hecho, (mal)hecho está pero, sin embargo, aprendo que Gijón está intentando dar una solución creativa a esa cara poco amable de su fachada marítima con el Plan Especial de la Fachada Marítima Muro de San Lorenzo, otorgando ayudas a los propietarios para mejorar las fachadas y cubrirlas con paneles decorativos de vidrio azul. Una solución original que redundará en unificar la imagen y darle un toque moderno y singular. Mientras observo algunos ejemplos, me intriga saber qué cara tendrá el resultado final.

Es tiempo de volver a tierra firme e iniciar la ruta a pie por Cimavilla. ¿Y qué es Cimavilla? La respuesta es fácil: el Gijón más histórico donde encontramos la esencia de la ciudad.

Del paseo, que discurre en buena parte encaramado a un acantilado con bellas vistas al Mar Cantábrico, me quedo con varios momentos:

El contraste entre lo moderno (la pista de skate de Cimavilla) y lo antiguo (l'Atalaya del s.XVII- XIX).


El efecto de emitir un sonido en el centro de la escultura "Elogio del Horizonte", del genial Chillida.



Las vistas de la playa de San Lorenzo desde el exterior de la iglesia de San Pedro.


La instructiva visita a las termas romanas de Campo Valdés (ss. I-II d.C.)



A veces, las visitas a restos que no son muy explícitos me dejan algo indiferente. Sin embargo, estas termas sí son interesantes y el museo está bien montado (pedigree no le falta pues, de hecho, tuvo una mención especial como mejor museo europeo en el 96).

Se trata de uno de los tres museos arqueológicos que tiene Gijón. En su interior, por ejemplo, se halla una sección de la antigua muralla romana. Me encantaría poder regresar a los tiempos en los que la ciudad romana ocupaba lo que hoy es Cimavilla, el actual casco antiguo.


Es momento de decir adiós al guía que nos acompaña y coger el autocar para recorrer los 13 kilómetros hasta Trabanco, nuestra siguiente parada.

Son las 13h cuando arribamos y, antes de comer, toca estirar las piernas, dar un paseo y visitar el llagar. Me encanta ver cómo en Gijón el mundo rural está a tan solo 10 minutos en coche del centro urbano. Entre vaca y vaca, tengo oportunidad de charlar con Maite, nuestra guía, quién me cuenta que "aquí vive feliz porque lo tiene todo". Bonito resumen.



Disfruto de lo lindo del paseo entre manzanos en flor (preciosos, por cierto) hasta que llegamos al llagar, fundado en 1925. El local es impresionante y ocupa el interior de un antiguo túnel. Al parecer, el actual dueño se inspiró durante uno de sus viajes. Qué bueno es viajar.

Entre inmensos barriles, Maite nos detalla con esmero el funcionamiento del llagar y relata con orgullo que pertenece a un grupo de cosecha propia, anterior a la denominación de origen de la sidra. Yo prometo que la escucho, aunque reconozco que me distrae el olor de esta bebida alcohólica y que la aspiro y me dejo embriagar/transportar por su aroma.

14.30h. Es momento de sentarse a comer en @casatrabanco. Víctor, uno de nuestros compañeros de viaje y lugareño, nos confiesa que "aquí se come bien y barato, por 10/12 euros" y que todo es "de buena calidad sin arruinarte por ello". Ahí lo dejo.

Emocionada estoy. Llegó el momento. ¡Mi primera fabada! El plato estrella, el rey de la selva, el top de los tops. Esta pinta tiene y...¡mejor sabe!:



Y, ¿qué decir del postre? ¡Arroz con leche con cobertura de crema catalana! ¡Ñam!



Antes de irme, cotilleo los platos de otros comensales y ficho dos con una pinta estupenda: el cachopo (como un san jacobo pero con jamón serrano) y los tortos (tortas de maíz parecidas a unas mini pizzas).




A las 17h estamos de vuelta en el centro. En un rato nos toca otro de los platos fuertes del día, la excursión en Segway para conocer el Gijón Goloso. Vamos a recorrer el centro parando en algunas pastelerías donde podremos degustar dulces típicos. Compras unos bonos que puedes intercambiar por especialidades reposteras en alguno de los establecimientos participantes.


Es mi primera vez en este trasto y estoy muy emocionada. Tras una breve instrucción de unos minutos pienso "no parece muy complicado". Se trata de relajarse y mantener la misma postura que tendría uno de pie en la calle. De lo contrario el cacharro, a modo de chivato, se mueve solo.

Ya estoy encima y, de repente, noto algo así como un nudillo en el estómago. ¿Estoy nerviosa? Pero, ¿por qué demonios estoy nerviosa? ¡Si no pasa nada!

Entonces arranco...y noto el viento en la cara...y siento un cosquilleo...y una sensación de libertad me inunda mientras avanzo entre los peatones. ¡Esto es genial! ¡Me encanta!

Entre paradas, fotos, risas y dulces, paso uno de los ratos más divertidos de los últimos tiempos. Se lo recomiendo a todo el mundo. ¡Es genial! Yo quiero uno para mí.

Con el Segway regresamos al barrio de Cimavilla, recorremos el paseo de la Playa de San Lorenzo...y todo parece tener una perspectiva diferente, mientras la gente nos mira, divertida, al pasar.





No me quiero bajar. Como todo lo bueno, ha pasado muy rápido. Menos mal que el tiempo ha cambiado y hace frío, así sí dan ganas de regresar al hotel.


A las 21.45h nos recogen para la cena. ¡Y qué cena! 

De nuevo, vamos paseando a pie hasta el restaurante El Puerto. Todo un lujo, ya que el chef cuenta en su haber con una estrella Michelin.




El menú es ex-qui-si-to y las vistas al mar desde el reservado, una pasada. El ambiente es elegante, a juego con el resto de comensales.

El servicio es excepcional, atento y servicial. Si algo del menú degustación no te gusta, ¡raudos y veloces te lo cambian! 

La comida es un festín para el paladar y cumple el estándar de un menú degustación, con pequeñas raciones exquisitamente presentadas:

Manzana, foie y macadamias.
Vieira asada, manzana verde y perrechicos.
Merluza del pincho "puerto celeiro", sopa de patata, cítricos y cardamomo.
Paletilla de lechal a baja temperatura y patatas panadera.
Sopa de queso de cabra, avellanas y helado de miel.

Al final, te vas con el estómago lleno y feliz.


Y feliz...te vas a dormir.

¡Mañana más!

FICHA TÉCNICA

Excursión en el catamarán Gran Bahía

Alquiler de catamarán Athena 38 de Fontaine Pajot. Navegación por el Cantábrico desde Asturias. Tlfno. 655 81 45 49.

El barco tiene 12 metros de eslora y 6,3 metros de manga y una capacidad de 11 personas + el patrón.

Dispone de 4 camarotes dobles, 2 baños completos, 1 salón, cocina y unas amplias zonas exteriores.

Se pueden organizar salidas en varios catamaranes hasta incluír a 24 personas.

Visita al llagar Trabanco y comida

De martes a domingo. Dos turnos: 12pm y 8pm.

Mayo es la mejor época para ver el manzano en flor.

Ruta en Segway

Todos los lunes, puedes obtener un descuento del 50% en “Ruta del Litoral” y “Costa + Parque Isabel la Católica”.

Tienes la posibilidad de disfrutar de una hora y media de paseo en Segway por solo 12’50€, la mitad de lo que costaría normalmente, gracias a Gijón Turismo y a Eco-lógica.

Conviene reservar previamente en los teléfonos 985 34 31 70 o 696 93 50 01 y mencionar que quieres beneficiarte de la oferta Días con Sal.

Cena en El Puerto

Claudio Alvargonzález, s/n
Tel: 985 168 186
www.elpuertogijon.com
33201 Gijón

Relato de viaje a Gijón. Día 1

Hoy toca madrugar. El vuelo a Barcelona sale a las 8.20, así que hay que estar en el aeropuerto a las 7.20 de la mañana (horror).

Son las 9.15 cuando aterrizo sana y salva en Barcelona. El vuelo desde Palma de Mallorca ha salido puntual, así que me aguardan 4 horas de escala en la terminal 1. Es una excelente excusa para ir de tiendas.

13.45. ¡Por fin despegamos! (tras una hora de retraso sobre el horario previsto).

14.45. Llegamos al aeropuerto de Asturias. Es curioso. En la tarjeta de embarque indica "Aeropuerto de Oviedo" pero, en realidad, oficialmente es el aeropuerto de Asturias, que ni siquiera está en Oviedo, sino en Avilés, a media hora en taxi de Gijón. El taxista, muy simpático, nos pone al día del galimatías y nos explica la confusión que eso genera en los turistas, que creen haber aterrizado en Oviedo y tardan en entender el entuerto.

Me asignan la habitación 109 del Hotel Blue Santa Rosa (3*), interior y muy tranquila. Se trata de un coqueto establecimiento ubicado estratégicamente en la calle del mismo nombre y, por tanto, de lo más céntrico. La primera impresión es muy buena, predominan unos agradables tonos azules en su decoración. Me gusta este hotel, pequeño y acogedor. El personal es encantador.

¡Hora de comer! Da gusto poder ir a pie hasta la taberna tienda 985, de Vicente Crespo. ¡Os recomiendo entrar en la web, que es de lo más divertida! Nos explican que lo de 985 viene del precio fijo de algunos platos que están fuera de carta (9,85 euros), además de ser el prefijo telefónico de Gijón. Picoteamos una tabla de quesos y croquetas de mejillones en escabeche y de chipirones. También compartimos unos excelentes fideos con langostinos (espectaculares) y un plato de bacalao. 

El descubrimiento estrella es el vino, ¡de lo mejor! Por 12 euros te sirven el que está calificado como mejor vino relación calidad-precio. 

Otra delicia es el postre de manzana casero, ¡riquísimo! 

Como contrapunto, diré que la camarera podría ser más simpática (no podía ser perfecto).



Hacemos una parada técnica en el hotel para coger bañador y gorro, ¡vamos a pasar una tarde de relax a Talasoponiente! Tras un tranquilo paseo a pie por el puerto deportivo nos tropezamos con el edificio de Talasoponiente, enorme y con un impacto visual innegable. Sin embargo, cuando entras y disfrutas de las vistas privilegiadas sobre la fachada marítima de Gijón desde sus incontables ventanales, de repente todo cobra sentido.

18.00. Tenemos cita para que nos den un masaje relajante vitalidad de algo más de media hora. Me llama la atención que en la cabina la música no sea la típica de hilo músical (el rollo habitual de sonidos zen o de la naturaleza). Es música indie y disfruto de la sorpresa. 

De lo más relajadas, es momento de  disfrutar de las dos plantas de piscinas y circuitos termales (hay cuatro diferentes para elegir: romano, finlandés, japonés y cromático). ¡Me cuesta decidir por donde empezar, lo quiero probar todo! Uno podría pasar horas infinitas ahí dentro... 

De Talasoponiente me quedo con dos momentos muy especiales: uno, el de la piscina exterior, pequeña pero con unas vistas de infarto sobre la playa de Poniente. La sensación del agua, caliente y salada (¡es el único centro con agua de mar de Asturias!) es de lo más saludable.

El segundo es un momento de soledad dentro de la sauna finlandesa. Sentada, mientras miro a través de una ventanal enorme que enmarca el mar, un velero aparece en el encuadre y suena música clásica. En ese momento, me inunda la paz y me rindo ante los encantos del lugar.

Muy recomendable.

20.30. Parada técnica en el hotel para cambiarse y prepararse para la cena en el restaurante Ciudadela, a unos minutos a pie de nuestro alojamiento y muy cerca de la Playa de San Lorenzo. La verdad es que da gusto que en Gijón todo esté tan a mano.
Nos han reservado un espacio singular en la planta baja, ¡es como cenar en una cueva! Un menú increíble, aun me recreo pensando en sus platos, en el pulpo tan tierno...la tapa pitu caleya, ganadora del segundo premio del concurso Mahou...el delicioso postre de tiramisú, presentado en recipientes muy originales... 


En esta cena descubro una bebida que desconocía: el Moscato. ¡Me gusta!

Pasada la medianoche nos levantamos satisfechos de la mesa. Y todo por solo 45 euros (IVA incluido), gracias al menú Gijón Gourmet, una iniciativa a la que se han adherido 9 de los más exclusivos restaurantes de la ciudad. Este (Ciudadela) tiene la Q de Calidad Turística y el sello Mesas de Asturias de Excelencia Gastronómica. El servicio es de primera y quedamos impresionados.

Como aun nos restan fuerzas, de ahí nos animamos  y nos acercamos al bar de copas Toma3, de lo más estiloso y con consumiciones a precios populares.




Agotados, nos vamos al hotel. ¡Mañana más!

Menudo primer día más guay en Gijón. Uno de los momentos más impresionantes ha sido la cena, con sus exquisitos platos. El menú degustación vale la pena y no hay un pero que ponerle.

También me he quedado encantada con el bar, el Toma3. Un local  muy mi estilo, con una decoración cuidada y original y plagado de detalles que rezuman diseño. El tipo de sitio al que, sin duda, iría a menudo si estuviera en mi ciudad.

¿Qué tal Gijón?

Mi fin de semana en Gijón ha sido una maravilla. No se puede resumir de otra manera. Por eso es muy fácil para mí y casi una necesidad imperiosa compartir algunos de los motivos por los que la ciudad más poblada de Asturias me ha encantado.

Algunos de mis motivos son:

Para empezar, Gijón es una ciudad feliz. Así lo demuestran los resultados de una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre la calidad de vida, que sitúa a Gijón en el tercer puesto a nivel nacional. No está mal, ¿verdad? Que ahí se vive bien es una realidad palpable, que se respira en el aire y que empapa la ciudad. Charlando con la gente local, es imposible no darse cuenta de los orgullosos que están y de que sienten que, como en Gijón, "no se vive en ningún sitio”. Carlos Rentalo lo relata en detalle en su blog.

¿Qué más da el tiempo que haga? Yo, que soy una privilegiada porque vivo en Mallorca, el paraíso del Sol y el buen tiempo, veo como los que nos visitan casi se cabrean si el astro rey no luce en todo su esplendor todos los días de la semana. Sin embargo, cuando uno viaja al norte (al menos yo lo siento así) se mentaliza a quizá tropezar con cielos grises y algo de lluvia. A pesar de que en mi viaje a Gijón hemos tenido mucha suerte con el tiempo, la temperatura ha sido de lo más agradable e incluso en ocasiones ha brillado el Sol, tampoco he tenido la sensación de que el mal tiempo hubiera sido una barrera para turistear por sus rincones. 



Gijón sorprende. A mí, por ejemplo, me ha sorprendido y mucho, sobretodo por su faceta más cultural y creativa. Tiene joyas escondidas que uno no espera (el domingo, ya os contaré, descubrí unas cuantas), me refiero a rincones, visitas y experiencias. Mi sensación ha sido la de estar ante un destino que supera expectativas. Pues eso, ¿que a quién no le gusta que le sorprendan?

En Gijón, al menos en un fin de semana que es el tiempo que ha durado mi visita, es imposible aburrirse. En mi relato de viaje quedará patente que abundan las actividades para regresar a casa de lo más satisfecho. Además, es una ciudad muy viva. La gente está en la calle y eso es algo que me encanta.




Otra de las cosas que me han conquistado de Gijón es que se trata de una ciudad realmente abierta al Mar. Todo gira a su alrededor y es imposible no tropezar con él y contemplar sus idas y venidas.

Gijón es fabada... pero es mucho más. ¡Se come de muerte! Así que la ciudad me ha conquistado también por el estómago. Y lo mejor, que no me ha parecido nada caro. Como ya he confesado en alguna ocasión, me hago mayor y mis viajes cada vez son más gastronómicos. Sin duda, en ese aspecto le he sacado el jugo a Gijón.



Finalmente, no puedo dejar de citar a la que ha sido mi maravillosa compañía de viaje, siendo nuestro colegueo un factor fundamental para que haya disfrutado tanto. Gracias a Sele, Jesús, Víctor, Victoria, María Jesús, Ana y Lala.  Y a Ana, Belén, Noemí, Carlos y Macu, por ser nuestros anfitriones locales y desde ya, amigos.




Cierro esta primera entrada con un resumen en fotos de mi viaje. Es un pequeño adelanto con algunas de las instantáneas que a lo largo de mi aventura Gijonesa fui subiendo a Instagram, presentadas de una manera muy gráfica a través de Tripline.




Nada más. ¡Qué estoy deseando compartir mi viaje! Lo haré en forma de relato, así que cada uno coja o deje las experiencias y actividades que más le convengan. 

Empieza el relato...

#SaboreandoGijón

Soy una parrocha y, como soy joven, mis padres me dicen que mi cabeza está llena de burbujas. Lo que no saben es que tengo muy claro lo que quiero y anhelo.

Sueño con acabar #saboreandogijon en primera persona, con reirme de mi sino que, inexorable, me conduce a acabar en la mesa de un alegre visitante de esta tierra, ligada al mar Cantábrico en el que habito. Y eso que me han educado para participar de la muestra más agradable de la vinculación de Gijón al mar, que no es otra que su gastronomía. Sí, he nacido para ser protagonista, junto a otros pescados y mariscos, de las recetas marineras de la cocina gijonesa. Y veo como la gente puede disfrutarla todo el año, porque Gijón, como su mar, nunca cierra.

Sueño con ser humano para probar eso del "Gijón Gourmet". Sueño con que, de la mano de clásicos cocineros o de jóvenes promesas, pueda degustar dos originales entrantes, dos platos seleccionados, un postre diferente y un vino especialmente elegido para la ocasión. Sueño con llamar a mis amigos y reservar en cualquiera de los 9 restaurantes que ofrecen esta experiencia sensorial única. Esas son las cosas que, sin duda, me gustaría experimentar.

Sueño con escurrirme, con romper los ritmos marcados por la tabla de mareas y pisar tierra firme. ¿Y por qué? Pues porque desde la playa de San Lorenzo, donde habito, he podido ser testigo de como en los últimos años Gijón ha estrechado su relación con el mar, acondicionando viejos y nuevos espacios como Poniente, el faro del Cabo Torres o la Senda del Litoral, logrando así el disfrute de todos. Veo como gente de todas las edades participa en atractivos paseos en barco por la bahía gijonesa, como salen del puerto deportivo, pasan a mi lado en la playa y gozan así de una vista excepcional del muelle local, el cerro de Santa Catalina o esa famosa escultura de Chillida, la del "Elogio del Horizonte". 

Me dan mucha envidia.

Yo, que con el tiempo debería llegar a ser una sardina, también quiero disfrutar de todas esas actividades ligadas al mar, aunque no quiero ser desagradecida, pues no negaré que es muy divertido vivir en aguas de Gijón cogiendo olas. 

No sé explicarlo pero hay algo dentro de mí que me grita "vívela en la calle". Quiero sumergirme y vivir en primera persona que Gijón sea la capital mundial de la sidra


Cuando le explico a otras parrochas que quiero hacer la ruta de la Sidra, no me entienden. Pobres. No valoran como yo que Gijón te permita disfrutar de todos los matices de la cultura de la sidra. Que la gente visite llagares, conozca dónde se vende la sidra, deguste dulces elaborados con manzana o pruebe una botella de nuestra bebida más típica. ¡Yo también quiero hacerlo! De hecho, ya he escogido mi bono de entre los tres disponibles:  me quedaría con el Bono Capricho. Me complace ver que Gijón se lo pone fácil a los visitantes, porque todos se pueden comprar en las Oficinas de Turismo y en la tienda online de su página web. 



 



Si algún día cumplo mi sueño y llego a tener dientes, los hincaré en una de esas deliciosas manzanas, ¡qué no hacerlo sería pecado!

No me da miedo dar el salto a tierra firme. En Gijón no. Porque, en caso de añorar mi hogar acuático en el futuro, son varios los planes posibles a los que podría recurrir:


A) siempre me quedaría la opción de ir a Talasoponienteel moderno centro de talasoterapia de Gijón que ofrece la posibilidad de disfrutar de los efectos del medio marino para relajar tanto el cuerpo como la mente, disfrutando de los tratamientos más avanzados. Su método terapéutico natural y respetuoso con el organismo humano consiste en la utilización del medio marino (agua, arena, algas, lodos, etcétera).





B) Siempre podría coger mi tarjeta turista "Gijón Card" para beneficiarme del 33% de descuento y con ella, acudir al Acuario de Gijón, para así saciarme con un recorrido de dos horas por sus 60 acuarios de agua dulce y salada. ¿Qué mejor manera de rememorar al detalle la flora y la fauna de los mares del mundo? Podría saludar a salmones, anguilas, nutrias, truchas, esturiones, peces cofre, pingüinos o tiburones toro (de casi tres metros), gris y nodriza. Todos ellos conviven en el Acuario de Gijón junto a las tortugas verde y boba. ¿Sigo? Porque estos son sólo algunos de los 5.000 animales a los que podría saludar durante la visita.




Es por todo esto y por mucho más que estoy dispuesto a dejar de ser un pez en Gijón, Asturias con sal. Una ciudad diferente a otras de su entorno, donde la libertad se valora por encima de todo. Eso le da su sal. Una ciudad en la que su gente es gente salada, acogedora y en la que siempre se encuentra más de lo que se busca y se espera. Algo me dice que encajaré en un lugar así, ¿no?