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Hong Kong: consejos rápidos y sueltos

Sí. Alguien viaja en breve a Hong Kong. Sí, alguien me ha pedido si tengo información sobre ese destino en mi blog.

- No, no tengo nada colgado. ¡Pero eso tiene rápida solución!- contesto. 

Hong Kong me encantó, quizá porque supuso un soplo de aire fresco, un lugar civilizado después de tanta irritación. Porque sí (hoy todo parece girar en torno al sí, una de las palabras más usuales en español), China me saturó. No el país en sí, que tiene rincones maravillosos sino, y con todos mis respetos, sus gentes. Ya está, ¡ya lo he dicho! Y es que... ¡cuesta ser políticamente incorrecta! Aunque nunca se debe generalizar, debo afirmar que los chinos me parecieron de lo más irritantes. 

En fin, que me desvío. Que hablábamos de Hong Kong... 

¿Dónde nos alojamos en Hong Kong? 

Nos costó decidirnos, en parte porque servidora estaba obsesionada con la idea de acabar en una habitación con vistas. Vistas sobre la ciudad, vistas sobre la bahía... me obsesioné con procurar hacerme con vistas espectaculares, fueran las que fuesen.

Al final, con nuestra habitación en un piso alto, conseguimos unas vistas especiales, que ya es algo. Teniendo en cuenta la poca antelación con la que reservamos y que nuestro presupuesto, para entendernos, no era el de Donald Trump, ¡bien está lo que bien se acepta como una buena relación calidad-precio! El hotel afortunado fue:

Butterfly On Hollywood (4*)
263 Hollywood Road, Hong Kong

Uno de esos edificios estrechos y muy altos tan típicamente Hong Kong, uno de esos que parece hallarse cómodamente atrapado entre otros rascacielos. Hall de estilo moderno, ordenadores Imac a disposición del cliente y personal muy, muy amable. 



¿La habitación? De tamaño justo para dos pero, en definitiva, agradable. Entre maletas y personas, quedaba el espacio para moverse... y poco más. Pero me bastaba con tumbarme en la cama frente a ese gran ventanal, observar de fondo el enjambre de edificios altos y desgarbados y entonces... voilà... el resultado era mi cara satisfecha mientras el espacio y el tiempo se esfumaban a mi alrededor. Las vistas desde mi estancia, a la que cogí cariño (y eso es bueno), parecían saber transportarme a un mundo con el puntito distópico que yo estaba anhelando encontrar. Ni más, ni menos. 

Butterfly on Hollywood Hong Kong


¿La ubicación? Adecuada, cómoda para moverse por todo andando o en tranvía (aprovecho para adelantar que este último fue, sin duda, mi medio de transporte favorito para recorrer la ciudad). Cerca quedaban la zona del Soho o la muy recomendable visita al íntimo Templo de Man Mo, en el que nos sumergiríamos en un momento de nuestra estancia en Hong Kong.


De ruta por Hong Kong


Esta región especial de la República Popular China se divide en cuatro zonas: la isla de Hong Kong, Kowloon, los Nuevos Territorios y las Islas Exteriores. Nosotros nos alojamos en la isla de Hong Kong, concretamente en Central, donde parecen concentrarse la mayoría de hoteles. Por otro lado, Kowloon -en la península- también es una buena y popular alternativa para resolver felizmente una estancia a buen precio en Hong Kong.

¿Cómo moverse por Hong Kong?

Uno. Soy fan absoluta de los tranvías centenarios de Hong Kong. Recomiendo tomar uno siempre que sea posible, dejarse sorprender por su practicidad (término no registrado en la RAE pero que uso porque  me encanta) y divertirse de lo lindo subiendo a su segunda planta y viendo la ciudad pasar desde alguno de sus asientos de madera. Moverse a bordo del tranvía de Hong Kong es hacer historia. Eso sí, sus seis rutas solo discurren por la zona norte de la isla. De lo contrario, lo recomendable es moverse en tren (MTR para ellos) con la tarjeta Octopus (véase a continuación).


Moverse en tranvía por Hong Kong

Dos. Soy fan absoluta de la Octopus Card, la tarjeta oficial y reutilizable que sirve para pagar el transporte público y en muchas tiendas. Me reportó interesantes descuentos y, sobre todo, comodidad y agradables sorpresas (más ahorros y ventajas de las esperadas). 

Tres. Llegados a este punto es donde voy a dar voz a algunas de las notas de mi relato de viaje de uno de los días en Hong Kong:

"Son las 9.00h cuando salimos del hotel. Hoy es día de check out.

En un puesto callejero frente al hotel compramos cuatro bolas de dim sum por un precio irrisorio, 4,5 hkd, mientras que por el café para llevar del cercano Western Market pagamos un precio europeo de 2 dólares. Nos lo zampamos todo felizmente sentados en un banco de la placita que hay frente al restaurante- cafetería Harmony, lugar que tuvo el honor de servirnos nuestra primera comida en Hong Kong.

Nuestro plan para esta mañana es subir al Victoria Peak en el histórico Peak Tram, así que tomamos primero el tranvía hasta la parada 23 y ahí enlazamos con el famoso funicular. Resulta que al pagar con la Octopus Card, nos ahorramos hacer cola. ¡Todo son ventajas!

Por todo nos han recomendado que nos sentemos en el lado derecho del vehículo y obedientes, así lo hacemos. Pues bien, ¡tienen razón!: así, las vistas a lo largo de los divertidos y empinados 10 minutos de trayecto son mucho mejores.

Al salir, en la cima, topamos con un pequeño centro comercial. Entramos y vamos subiendo por las escaleras mecánicas porque así se llega hasta una terraza panorámica que promete vistas espectaculares. Observo que en una de las plantas hay un restaurante de la cadena Buba Gump, ese en el que sirven de mil y una maneras las gambas y que se inspira en la famosa película Forrest Gump. Nosotros quedamos muy contentos en el de Nueva York y este de Victoria Peak parece tener unas vistas de infarto sobre la bahía, así que si vuelvo algún día, no me importaría comer o incluso mejor cenar ahí.  Ahí lo dejo.

Resulta que hay que pagar un extra para acceder a la terraza panorámica... ya que hemos llegado hasta aquí, pagaremos. De nuevo, utilizando la Octopus Card nos saldría algo más barato (25 HKD en lugar de 30) pero justo nos hemos quedado sin saldo. ¡Qué no os pase lo mismo!

Ya estamos en la terraza exterior. El día no acompaña: está nublado y la visibilidad no es buena. Aun así, pasamos un buen rato tomando fotos y vídeos (las panorámicas con la aplicación del iphone quedan geniales). Decidimos seguir nuestro camino con la sensación de haber hecho bien en pagar y subir. 

De vuelta en el centro comercial, aprovechamos para curiosear en algunas de sus tiendas. Hay souvenirs interesantes y bastantes cafeterías en las que tomar algo y disfrutar de las vistas.

Al salir a la calle y antes de coger el tranvía de vuelta a la ciudad hacemos dos cosas, las dos recomendables. En primer lugar, entramos en la oficina de información turística que hay instalada dentro de un antiguo vagón del tranvía. Nos atiende una chica de lo más amable y nos explica que hay muchas rutas de senderismo en los alrededores. Es una pena porque no tenemos tiempo para explorarlas, nos quedamos con las ganas.

En segundo lugar, nos acercamos hasta una pequeña plataforma que hace las veces un mirador. Las fotos desde ahí también son interesantes y nos detenemos a estudiar el típico panel exterior con un dibujo de la bahía que nos permite identificar los diferentes edificios del skyline de la ciudad.

Ahora sí, cogemos el tranvía y volvemos a disfrutar del breve pero imprescindible trayecto en funicular que nos conduce sanos y salvos a la zona de Central. Como estamos apurando las últimas horas en la ciudad y no queremos irnos sin ver el barrio del Soho, del que tanto nos han hablado, enlazamos con el tranvía.

Tras un par de paradas, por fin estamos en el Soho. Y pienso, "menos mal que no nos hemos perdido esto".

Para empezar, tropezamos con un mercado de fruta y verdura callejero brutal.¡Maravillados estamos! ¡Qué fotogénico! Lo atravesamos y llegamos a una zona donde, como esto es Hong Kong, en vez de aceras hay escaleras mecánicas. Vamos ascendiendo entre un montón de restaurantes a ambos lados de la calle, así que pienso que va a ser difícil decidirse por uno, menos mal que la mayoría son demasiado occidentales para mi gusto. Total, que escogemos uno al azar. Afortunadamente, acertamos.

A las 12.53 nos encontramos en pleno Soho en el restaurante Cicada. Por 200 HKD, o sea, barato, comemos los dos bastante bien de un menú compuesto por primero, segundo (un wok a elegir) y de bebida, todo el te verde que queremos. Las escaleras mecánicas quedan justo a nuestro lado y el constante fluir de gente convierte el almuerzo en una situación de lo más entretenida.

Vemos que nos da tiempo de regresar al hotel andando, así que apuramos los minutos y seguimos descubriendo un montón de calles y rincones nuevos de esta fascinante ciudad. Me voy con buen sabor de boca del Soho, que además de ser una animada zona de restaurantes, cuenta con algunas tiendas pequeñas "vintage/románticas" con una pinta estupenda.

Es hora de decir adiós a Hong Kong. Con pena dejamos el hotel Butterfly on Hollywood, en el que hemos estado tan a gusto, para dirigirnos a la cercana estación de metro (la de Sheung Wan).

A las 15.05 estamos ya en el tren de cercanías dirección Lo Wu y camino de la frontera. El día, para variar, es gris (el tiempo no nos ha acompañado en Hong Kong). El billete nos ha costado 35 HKD/pax. Nos podría haber salido más barato pagando con la Octopus Card pero otra vez nos ha fallado el saldo y no nos ha compensado recargar con el mínimo (50HKD).

Aprovecho para gritar a los cuatro vientos lo recomendable que es comprarse la Octopus Card.  Sus ventajas son múltiples, entre ellas descuentos en los tickets, entradas sin hacer cola, etcétera. Un ejemplo ha sido el "cable car", en el que nos hemos ahorrado una cola tremenda por un precio algo mas barato.

A las 16.43 estamos ya en la estación de Shenzen, comiendo en el Kentucky Fried Chicken por 60Y (no hay mucha más oferta). Siempre podríamos haber comprado en la tiendecita cajas de fideos deshidratados y con el agua caliente de los dispensadores haber comido de eso (que es lo que hacen los chinos) pero hoy creo que prefiero el pollo crujiente, con su sorprendente toque picante que tanto gusta por aquí.

En los minutos previos a la salida y a pesar de que los asientos del tren van numerados, asisto alucinada al espectáculo de cómo los locales intentan saltarse la cola en plan agresivo. El jefe de estación, megáfono en mano, les increpa y llama al orden y algunos de los protagonistas del intento fallido vuelven a sus asientos y se quedan tan panchos, mientras que otros prueban suerte de nuevo. Estos chinos  y su aparente ansia por saltarse las normas no dejan de sorprenderme.

A las 17.46 sale puntual el tren hacia la que será nuestra siguiente parada en la ruta: Guillin. Nuestro camarote está muy sucio, especialmente la cortina, que luce un manchurrón marrón de cuyo origen prefiero no tener información. Me consuelo pensando que en principio somos afortunados porque el tren va medio vacío y parece que estaremos solos en nuestro camarote de 4 personas. ¡Qué relativa es la fortuna! Observo que estas camas no tienen escalera, ¡así que de haber tenido compañeros, lo de subirse al camastro superior hubiera sido todo un show! 

Flipo (para mal) con la litera, ¡es durísima!  Además, la colcha que te ponen para cubrirte da bastante manía, así que opto por taparme con mi propia ropa. Un consejo útil para otros viajeros que tengan previsto un trayecto en tren en su viaje por China sería llevar la manta del avión o un saco sábana con el que aplacar el frío.

Nos esperan 12 horas de viaje. Con paciencia y a saltos, conseguimos dormir bastante y, desde luego, más de lo esperado dadas las incómodas circunstancias".

¿Algún restaurante que valga la pena en Hong Kong?

¡Y tanto! Tomad nota de dos:

1_Para una cena de esas de darse un homenaje (necesarias en todos los viajes), pedid una mesa con vistas en el Aqua.

Aqua roma - aqua tokyo - aqua spirit
29f & 30f, One Peking Road
Tsimshatsui, Kowloon
Hong Kong
aqua@aqua.com.hk
tel - +852 3427 2288
Fax- +852 3427 2200

2_Hang Zhou Restaurant
Metro: Wan Chai (salida A5)

Bueno y barato. Estaba en mi lista de sitios donde sí o sí comer en Hong Kong y al final, por motivos varios, se nos quedó en el tintero. No dejéis que os pase lo mismo, id y contádmelo, por favor. Me lo recomendó mi amiga P y, la verdad, el argumento fue de lo más convincente a la vez que paradójico: un restaurante de comida rápida que cuenta con una estrella Michelin y que, sin embargo, posiblemente sea el más barato del mundo en su especie. Por tanto, no sorprende que hacer cola sea el impuesto revolucionario del lugar, que quizá pueda evitarse o minimizarse si se acude a tan insólito local fuera de las más concurridas horas punta.

Otro consejo

Si podéis, acercaos a alguna de las oficinas de turismo de Hong Kong  que hay repartidas por la ciudad. ¡Constituyen todo un espectáculo y hacen honor a su nombre! Modernas (su herramienta de consulta e información es el Ipad)y realmente útiles.

Hasta aquí una primera entrega sobre Hong Kong, uno de los lugares que más me gustó dentro de mi viaje de 18 días por China. Continuará... 


Viajar a las siete maravillas del mundo moderno

El otro día mi primo me dejó sin respuesta. 

"Muy mal"- pensé. 

En un momento de charla casual, tan tranquila estaba yo sorbiendo mi café, va y me pone a prueba preguntándome cuantas de las siete maravillas del mundo había visitado...

(silencio)

...le tendrían que haber hecho una foto a la cara que se me quedó (de cuadros escoceses). 

Pues bien, ¡no supe qué decir! Porque, para empezar, lo triste fue que flotó hasta la superficie mi vacío de cultura general, al no ser capaz tan siquiera de enumerar dichas joyas del planeta. En definitiva, que me sacaron los colores.

Pero vamos, ¡que no cundió el pánico! Porque, hoy en día, extirpar de raíz esa parcela de ignorancia es tan fácil y rápido como correr y preguntar a San Google. Así, puedo decir (y espero no olvidar) que los siete reclamos maravillosos son:

  • Cichén Itzá, en México.
  • El Coliseo de Roma, en Italia.
  • La estatua del Cristo Redentor, en Brasil.
  • La Gran Muralla China, en China.
  • Machu Picchu, en Perú.
  • Petra, en Jordania.
  • El Taj Mahal, en India.




(ahora debería escribirlo mil veces en una pizarra)

Mi orgullo viajero respira aliviado, pues compruebo que este examen lo apruebo. De las siete maravillas del mundo moderno, he sacado un bien. Aunque un bien a secas, un bien rascado. Por eso, la próxima vez que alguna amiga me diga eso de "ya no te deben de quedar sitios del planeta que visitar", le espetaré: "pues no, te equivocas". Porque de la lista me faltan Brasil, Jordania e India.

(¡Demonios!)

Entonces, ¿alguien que haya contemplado el Cristo Redentor, Petra o el Taj Mahal y que me pueda dar envidia de la mala? ¡Venga, vamos, ahora vas y me lo cascas! 

Ah, por cierto, se me olvidaba...¡Feliz 2014!

Red Beach en Panjin, China

Cuando tropiezas con una foto alucinante de un lugar que no visitaste en un país en el que ya has estado, sientes inevitablemente una punzada de rabia y frustración. ¿Por qué me lo perdí? ¿Cómo es que no lo vi? No tengo excusa.

Estoy intentado describir el calambre que de pies a cabeza me ha recorrido cuando he visto las impresionantes imágenes de la Red Beach en Panjin. Sí, en China. Y sí, ya estuve. Y no, no la vi. 
descubierta gracias a http://www.pinterest.com/mlletravelista/


Damn it!

http://zone.it.sohu.com/thread-4042081-1-1.html

Huangluo, la aldea del pelo largo (China)

Los viernes por la tarde, la 2 de TVE es un festín para los amantes de los viajes. Hoy, sin ir más lejos, he podido empacharme con una sesión cuadruple de destinos. Con el mando de la tele en una mano y el del aire acondicionado en la otra. Inmune frente al calor que arrecia de lo lindo estos días en las calles de Mallorca.

Del Amazonas que mostraba el documental Un mundo aparte me han trasladado a Paraguay de la mano de Trotamundos. De ahí he saltado a Lisboa, para acabar viendo "Lo mejor de China" según la cámara de Lonely Planet.

Pues bien, precisamente de China quería yo hablar, pues poco he contado de ella cuando mucho dio de si aquel viaje de 18 días por el gigante asiático.

Melancólica, he comenzado a rememorar los grandes momentos del periplo, tras lo cual mi mente ha rescatado de su disco duro la que para mí, sin duda, es una de las mejores fotos de aquella aventura, si no la mejor. No tanto por la calidad de la instantánea sino por lo inesperado del momento que capturó. Porque sí, a los chinos les encanta escupir, incluso a las ancianas adorables de la etnia Roja Yao, esas enigmáticas mujeres que pueblan la "aldea del pelo largo" y que tienen los cabellos más extensos del mundo.



Fue el domingo, 09 de diciembre, en nuestro día 11 de viaje. Ahí os dejo el relato completo de la jornada, para quién quiera seguir leyendo y profundizando.

Buenas noches.



Domingo, 09 de diciembre. Día 11 de viaje



Amanece nublado. 

Nos pegamos un buen madrugón (6.30h) y a contrarreloj consigo reservar nuestros vuelos a Lijiang vía Chengdu. No hay directos y optamos por esa escala por un criterio de horarios, pues nos da más margen para aprovechar al máximo el domingo al volar tarde y para poder compaginarlo con la visita de hoy a las terrazas de Longsheng. 

A las 7.10 es la recogida del tránsfer en el hotel, un mini van que nos conduce hasta Yangshuo por 30 yen. Ahí, enlazamos con el tour organizado a las terrazas de arroz de Ping’an (180 yen por persona). Compramos snacks en ruta por 18 yen. 

Primera parada: Huangluo Yao Village (el de las mujeres de pelo largo). Tenemos una hora para visitarlo por libre. Básicamente paseamos alrededor del río y como el pueblo es muy pequeño se ve rápido. Aun así, no nos sobra tiempo, ya que nos resulta de lo más fotogénico y acabamos parándonos en cada detalle. Compro postales por 10 yen a una de las mujeres, que la verdad son un poco agobiantes, ¡todo el rato intentan venderte cosas y te persiguen! 
El lugar es muy bonito y tranquilo. 
Para mi sorpresa, aquí parece que sí están haciendo un esfuerzo para construir o reformar las casas con criterio y respetando un estilo tradicional. Son casas de madera bonitas y sin impacto para el entorno. Ojalá sigan en esa línea y tomen ejemplo. Mientras paseamos observamos que la gente es muy humilde. En cuanto al ambiente, como en otras excursiones en este viaje se hace evidente que es temporada baja: establecimientos vacíos y mucha tranquilidad. 

Segunda parada: el pueblo de Ping'an, en el que hay que pagar para entrar (está incluido en nuestro tour). Es un lugar precioso, por desgracia muy turístico, aunque no hasta el punto de haber perdido su encanto. Reina un poco el caos, el mantenimiento brilla por su ausencia y hay bastante suciedad. Al lugar lo salva el entorno (las terrazas), que son una auténtica maravilla.

Aquí hacemos un alto para comer. Nos conducen en grupo a un restaurante donde comemos a la carta. Elegimos “Bamboo rice” (tipo pegajoso y cocido a la brasa) y pollo, que también te sirven dentro del bambú. La presentación es muy original y además está delicioso. Lo acompañamos de té chino. Quedamos satisfechos, ¡aunque odio la manía que tienen de que la carne venga con tanto hueso triturado! Precio: 150 yen/2 pax.

Tras el almuerzo, nos dejan 2 horas libres para subir y ver las terrazas. No nos sobra el tiempo, entre el ascenso, la bajada, tomar fotos y detenerse en algún puesto de souvenirs.

El paisaje de las terrazas es impresionante, aunque está tan nublado que lo disfrutamos parcialmente. Este es otro de esos momentos en los que pienso que diciembre no es un mes recomendable para disfrutar de China. Chispea en el ascenso de la empinada subida. Una de las primeras terrazas que vemos es la denominada "Seven stars with the moon". Se intuye que es precioso aunque la visibilidad es bastante mala. ¡Una pena! Nos sentimos algo frustrados y nos queda ese mal sabor de boca de no poder disfrutar esa maravilla natural con luz y Sol: ¡debe de ser espectacular!

15.10h. Comienza el camino de vuelta. Partimos en bus local desde Ping'an y después cambiamos al autocar del tour, que nos deja en Guillin, donde tomamos el taxi que nos han reservado para ir directamente al aeropuerto (45 yen/2 pax en taxi compartido). Llegamos con mucha antelación al aeropuerto (tipo 17.30h), así que podemos reservar por teléfono el Hostel en Chengdu, cenar en el KFC e ir relajados.

¿Qué cambiaría de este día? Si dispusiera de más tiempo, haría el tour de dos días y dormiría en el pueblo de Dazhai. Parece menos turístico y las terrazas pinta que son más espectaculares. La vuelta es siempre sobre las 15.30 horas, lo que da tiempo para llegar a Guillin con margen para seguir ruta a otro sitio (vuelo, tren, autocar, etcétera)

A las 22.20h sale nuestro vuelo a Chengdu con China Airlines.

Por cierto, ¡de verdad que en China conducen fatal! Qué decir del chófer de la excursión de hoy...¡madre mía! Iba a toda carrera y haciendo sonar el claxon sin parar. ¡Un pirado! Para habernos matado…

China 2012 o cómo cumplir un sueño

En nuestro día dos de viaje en China, un sueño se cumplió. Marchando el relato de esa jornada intensa.


Diciembre 2012
Día 2 de viaje

Dicen que quien no ha subido a la Muralla China no es un hombre de verdad. O eso decía Mao Zedong.

Pues bien, ha llegado el día de ser una mujer de verdad.

Amanecemos a las 8h y tras el desayuno y los preparativos varios, emprendemos ruta a eso de las 11h. El plan para hoy es emocionante: ¡conocer en primera persona la Gran Muralla!

Luce un Sol brillante y precioso, lo cual en China (y en diciembre) es sinónimo de un frío del demonio. Con 4 grados bajo cero, toca ir bien abrigado. A pesar de las bajas temperaturas somos unos afortunados, ya que tanta visibilidad no es habitual. Sólo estando allí uno es consciente del terrible fenómeno del "smog".

El paisaje en coche transcurre durante 90 kilómetros, entre campos y campos de arboles pelados. Una desventaja de ir en invierno.

La zona más turística de la Gran Muralla es Badaling. No es lo que buscamos, por lo que dirigimos nuestros pasos al tramo de Mutianyu, también restaurado pero menos abarrotado. Llegamos y accedemos a pie hasta la taquilla, entre puestos de souvenirs y grupos de gente jugando a cartas.  



La subida en funicular dura unos 4 minutos, breves pero intensos. La emoción de ver por primera vez la muralla de cerca y a vista de pájaro es única. Me encanta lo que veo, sobretodo con ese Sol y esa luz, ¡mi cámara echa humo! Hay que saborear esos instantes porque son irrepetibles.

Otro momento mágico es la salida del funicular. Conviene echarse fotos ahí porque la vista panorámica es fantástica. 

Pronto, el camino se bifurca a derecha e izquierda. Decidimos andar primero hacia la izquierda para alargar un poco la visita y resulta ser una buena elección, ya que ese tramo nos proporciona las mejores vistas y perspectivas irrepetibles. Hay que aprovechar para tomar fotos porque cuando se inicia el camino de regreso, en mi opinión las vistas ya no son tan buenas. 



Paramos una y mil veces por el camino, tomamos multitud de fotos, grabamos vídeos (son un gran recuerdo)…en definitiva, nos relajamos. Es lo mejor, si no, las subidas y bajadas fatigan mucho. ¡Estamos como locos y disfrutamos como enanos! 

Nos han dicho que lo mejor de hacer la visita del tramo de Mutianyu son sus torres de vigilancia. Pues bien, lo corroboro. Desde la torre 14, donde nos ha dejado el funicular, son varias las que atravesamos y cada una es única.

Andamos durante un buen rato, después damos la vuelta y exploramos el camino de la derecha, aun desconocido. Andamos y andamos hasta la torre 8 (se puede seguir hasta la 0) y después de dos horas de visita salimos de la muralla e iniciamos el descenso a pie hasta el parking de la entrada norte. Existen otras dos maneras de regresar a la base: en funicular (ida y vuelta son 50 yen) o en un divertido descenso en tobogán. 



La bajada son escaleras, es bastante rápida y el paisaje no tiene nada destacable. Paramos en una zona de pícnic a dar buena cuenta de nuestro sandwich de mantequilla de cacahuete con mermelada, ¡nos sabe a gloria!

Mi conclusión tras la experiencia, satisfactoria a rabiar, es que si amanece un día soleado en Pekín, ese es el que hay que aprovechar sin dudarlo para hacer la visita a la Muralla. Subir en funicular y bajar a pie me parece una buena combinación, sobretodo si el tiempo acompaña. ¡Ah! Y es imprescindible llevar provisiones.

Seguimos con la ruta. A 5 minutos en coche está la Schoolhouse, una antigua escuela convertida en hotel con un ambiente muy agradable y donde nuestra anfitriona nos ha recomendado que paremos para almorzar. Efectivamente, la comida de su cantina es muy buena aunque hay que ir alerta porque son precios europeos (en total abonamos 240 yen) Mi tofu picante con arroz y espinacas (70 yen= 10 euros aprox.) está muy rico y la hamburguesa, también. Las raciones son muy abundantes, el servicio es amable y hay wifi gratis (un lujo). 




Son las 16h cuando emprendemos el camino de vuelta a la ciudad. Lo normal es tardar una hora en regresar al centro pero hoy el tráfico es terrible. Antes de retirarnos queremos visitar el 798 ART DISTRICT, un hito para los amantes del arte. Ubicado en una antigua zona industrial, lo fundaron los alemanes del este aprovechando una enorme fábrica de electrónica abandonada y hoy es un hervidero de tiendas de diseño y vanguardia, cafés con encanto y galerías.

Llegamos justo cuando empieza a anochecer y hace un frío terrible que se intensifica cuando se va el Sol. La única solución es irse refugiando de galería en galería mientras pensamos: ¡este sitio mola! Que pena no haber llegado más temprano. 

Entramos primero en la 798 Photo Gallery, que la Lonely Planet califica de excelente. ¡Estoy de acuerdo! Alucino con su original exposición de fotos.



Es de noche y hace mucho frío. Las numerosas esculturas que salpican las calles apenas se intuyen, ¡la iluminación exterior es pésima! Cansados y congelados, nos vamos a eso de las 18.30h. Está claro que es un sitio al que hay que llegar más temprano y aprovechar si se puede para comer o cenar en alguno de sus locales tan interesantes.



El tráfico a la vuelta es horroroso. El coche da varias vueltas para escapar de los atascos y no llegamos a casa hasta las 19h. Hoy cenamos ahí. Estamos agotados pero satisfechos por la suerte tan inmensa que hemos tenido con el día. Es una de esas jornadas en las que soy consciente de los pros y contras de viajar en diciembre a China y de cuan arriesgado es. Nos podría haber nevado pero no ha sido así y hay que dar gracias por ello. A cambio, hemos conseguido disfrutar de la Gran Muralla China casi en exclusiva para nosotros, también gracias a que hemos elegido un día entre semana, que dicen que siempre es mejor porque hay menos gente. 

¡Es el fin de un gran día!

Continuará...