Bruselas, me has hecho muy feliz. Eres coqueta, culta y discreta y la verdad, me caes bien.
Recuperada ya de la resaca de mi reciente escapada a Bruselas, me recreo recordando porque ha sido un viaje de tres días tan reconfortante y estupendo.
Si tuviera que extraer una moraleja de mis 72 horas en Bélgica desde una perspectiva algo sentimental, diría que me reafirmo al pensar que no hay nada como viajar a un rincón del mundo donde tienes anfitriones locales. Sé que sin la calurosa bienvenida de mi primo en el aeropuerto de Charleroi y sin su rotundo abrazo de aterrizaje, sin los paseos por la ciudad con rumbo desconocido para mí pero sabiamente guiados por él, sin las cenas en su acogedora casa en el elegante (y nada turístico) barrio de Ixelles y, en definitiva, sin sus consejos y su atenta compañía (y la de su otra mitad, Michäel) la escapada no me hubiera parecido tan mágica.
Dicho esto y siendo por tanto consciente de que juego con ventaja al haber visto Bélgica a través de los ojos de unos expertos residentes, independientemente de ello no puedo dejar de romper una firme lanza en favor de un destino que, para muchos compatriotas españoles, parece ser prescindible. ¡Craso error!. Me encanta Bruselas y, para justificarlo, he pensado recopilar los 10 motivos por los que plantarse en ella con las maletas es definitivamente un must.
(Pero antes, necesito apartar de mi relato un sombra que enturbia el envoltorio de satisfacción: lo peor de la ciudad, si es que puedo etiquetarlo así, es que es algo cara. Que un café con leche ronde los 3 euros, por marcar un precio de referencia, me temo que es significativo. Sin embargo, a cambio de esa cantidad elevada nunca he obtenido nada diferente a un producto excelente en un decorado de diseño exquisito y ambiente acogedor. Vamos, que al final el sabor es el de un café pagado con gusto).
Espero que mis 10 motivos (*) y las imágenes que los ilustrarán animen a alguien a montar en un vuelo barato (los hay y muchos) y a no dudar que se sentirá sobradamente recompensado por los encantos de una ciudad sosegadamente cosmopolita.
(*) En mi próxima entrada del blog, continuará...
Gracias por animarnos a ir más allá de lo aparente y por tus cálidas palabras...
ResponderEliminarGracias por tus cálidas palabras y por descubrir un poquito de la cara oculta de Bruselas. Me gusta cómo adjetivas la ciudad =). PC
ResponderEliminarPara mi descubrir Bruselas ha sido una sorpresa absoluta y un disfrute total. Pienso volver, por supuesto. Tan pronto como pueda! Saludos
ResponderEliminar¡Me alegro Fran! Veo que compartimos la misma sensación. Ya te digo, tres veces y cada vez descubro algo nuevo. ¡Ya nos contaremos!
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