Una amiga me preguntaba el otro día si en este, mi rinconcito virtual, solo hablo de viajes.
Le dije que no. No, porque tras este repiquetear discontinuo de mi teclado inalámbrico chorrean y se entremezclan otras tantas cosas, como bien delata el título del blog. Los periplos viajeros no son más que la excusa para poner anécdotas en la palestra y divagar sobre otros tantos temas que me revolotean dentro y fuera de la cabeza.
En fin, que si no pierdo el hilo: que todo pasa por algo y siempre hay un detonante. Hoy, el gatillo de la pistola de los recuerdos lo ha apretado la lectura del siguiente titular:
El CAC celebra su décimo aniversario con 3,2 millones de visitas por bandera
El centro renueva la colección permanente y presenta una exposición de Rosa Brun y una videocreación de Marina Abramovic
He leído esto y, automáticamente, he empezado a recordar cómo durante varios años estuve viajando cada mes de septiembre a Málaga por trabajo.
En los pocos ratos libres que me quedaban aprovechaba para ver y pasar tiempo con mis queridos amigos Carmen, Delia, Agustín y, en especial, con Álvaro. A pesar de que he de confesar (y espero que me perdonen) que es un destino que no me mata, de la mano de estas buenas amistades descubrí una ciudad de los malagueños diferente y unos rincones muy recomendables.
Uno de ellos es el CAC. El maravilloso CAC. El gran CAC. Un centro de arte contemporáneo que me chifla y al que cada año, cual peregrinación, acudía movida por mis creencias artísticas. Y nunca, nunca, nunca me falló.
Expo de Raymond Pettibon_septiembre 2006 |
Lo primero que me encanta de este sitio, no nos engañemos, es que su entrada es gratuita. Esa ausencia de barrera de entrada lo hace más cercano, como más de uno mismo, porque un lugar al que siempre estás invitado a entrar es un lugar al que le coges más cariño.
Lo segundo es su tamaño: perfecto. Los museos grandes me agotan y los pequeños, me saben a poco. Este encuentra un punto de equilibrio supremo.
Lo segundo es su tamaño: perfecto. Los museos grandes me agotan y los pequeños, me saben a poco. Este encuentra un punto de equilibrio supremo.
Finalmente y por encima de todo lo demás, brilla la calidad de su programación. Recuerdo, entre otras, la exposición de mi adorado Jaume Plensa allá por el 2005 (¡demonios, cómo pasa el tiempo!) o la del sublime Yoshimoto Nara y su arte nipón, a cuya inauguración tuve el placer de asistir un año después de la mano de mi amigo Agustín Rivera.
FICHA TÉCNICA
CAC_Centro de arte contemporáneo de Málaga
Ubicación: en pleno centro de la ciudad. A 5 minutos a pie de donde paran la mayoría de buses de línea de la ciudad y a 15 de la estación de buses.
A 10 minutos a pie de la estación de Renfe y Ave.
Horario INVIERNO: De martes a domingo de 10:00 a 20:00 horas ininterrumpidamente. Lunes cerrado (excepto puentes y festivos).
Horario VERANO (desde el 26 de junio hasta el 10 de septiembre incluidos): De martes a domingo de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 21.00 horas. Lunes cerrado (excepto puentes y festivos).
Entrada gratuita.
Leyenda del mapa
Cama: donde dormía (en el AC Málaga Palacio), ubicación ideal.
Cámara: la Catedral de Málaga.
Amarillo: el CAC de Málaga.
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Desde aquí no quiero dejar de celebrar el décimo cumpleaños de este centro de arte. Espero que cumpla muchos más, ¡y que yo vuelva a verlo!
Del resto de rincones que descubrí hablaré en otro post. Esta verborrea de hoy era para contar que aquellos viajes a Málaga de mi pasado no son más que LA excusa para:
-relatar un nuevo capítulo de "El triángulo amoroso Marina Abramovic, los museos y servidora" y así enlazar con el reciente episodio piloto emitido aquí hace unos días
-insistir en que, si se viaja a Málaga, se debería visitar el CAC.