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Viaje de una semana a Israel: día 2

Ay madre. No puedo estar más atrasada con mi relato de Israel. ¡Con lo que me gustó esa aventura! Pero han surgido otros viajes desde entonces que, aunque suene mal, a la hora de publicar han sido trabas. Primero Polonia... luego México... pero, por fin, es momento de seguir recordando esa maravillosa semana en ese país que se encuentra en la ribera sudoriental del mismo mar que baña mis pies cada día: el Mediterráneo. Así hurgaremos en las sensaciones juntos.

¿Dónde estábamos? Habíamos concluido el primer día en Israel, ¿verdad? El de inmersión en la vibrante Tel Aviv. ¡Así que es momento de levantarnos, recoger el coche de alquiler y emprender nuestra aventura rumbo al norte! ¿Os venís conmigo?

RELATO DE VIAJE DE UNA SEMANA A ISRAEL: DÍA 2

Amanecemos con un delicioso desayuno en el hotel Crowne Plaza de Tel Aviv, ¡esto sí que es empezar bien el día! Las vistas a través de los ventanales sobre Gordon Beach son simplemente espectaculares. 





Dejamos el hotel con pena, el trato ha sido excelente y nos hemos sentido unas privilegiadas por pasar nuestra primera noche ahí. Porque abrir los ojos en Tel Aviv, salir al balcón y disfrutar de esas vistas ha sido un regalo de la vida.

Pero al mismo tiempo, estamos emocionadas porque comienza nuestro road trip particular. La suerte ha hecho que nuestro hotel esté tan solo a unos pasos de la oficina de Avis donde tenemos que recoger nuestro vehículo (Tel Aviv Hayarkon Oficina, 113 Hayarkon St, Tel Aviv 63573, 63573, Israel), que habíamos reservado previamente desde España. De nuevo depositamos nuestra confianza en ellos, tras el excelente balance del alquiler en Noruega de este verano.


¡Qué mono nuestro coche!:un Hyundai i10 1.1 manual Comfort. La peculiaridad viene con el tema del GPS. Como habíamos leído en otros blogs que en este destino es imprescindible contar con uno, nos comentan que no tienen pero que nos pueden alquilar un ipad con acceso a Internet y que su precio es de 20 $ + 18% tax por día. Al final lo cogemos ya que así, por un módico precio, contamos con sistema de navegación y ipad mini durante unos días.


Nerviositas, aunque con ganas, arrancamos el coche dirección Haifa. Entre el gps y el refuerzo de los mapas que nos había enviado Turismo de Israel es difícil (por no decir imposible) perderse. 

Le echo un vistazo a nuestra la guía de viaje y se me empieza a hacer la boca agua con la cantidad de pueblecitos de costa interesante que vamos a ir atravesando. Estamos tentadas de acercarnos a todos y cada uno de ellos pero logramos mantener la cabeza fría porque sí o sí esa noche tenemos que dormir en Safed y nos quedan  muchos kilómetros por delante. Aun así, curiosas, decidimos desviarnos y echar un vistazo rápido a Cesarea, esa ciudad portuaria construida por Herodes en el año 20 a.c. y que llegó a convertirse en la capital de la provincia romana de Judea. 

A las 11 ya estamos recorriendo en coche sus avenidas, de las que llama mi atención la cantidad de buganvillas multicolores que florecen generosamente. Tenemos muchas ganas de ver un puerto pero al final decidimos no bajar del coche porque la zona es un conjunto arqueológico que bien merece una visita detallada y, por desgracia, no tenemos tiempo. ¡Otra vez será! Como nota negativa, apuntar que justo al lado del teatro romano han edificado una fábrica con chimeneas de humos enormes. En fin, no todo puede ser perfecto y esos desastres, por desgracia, existen en todos lados.

Seguimos por la autopista 2 hacia el norte. Pasamos kilómetros de plantaciones de lo que creemos que son plátanos, cubiertos con unas redes. La costa a nuestro paso, virgen, es muy bella. Por el contrario, al otro lado discurren pueblos sin mucho atractivo, aunque esos bloques de edificios altos que sobresalen del paisaje siguen siendo exóticos, diferentes a mi ciudad. El mar a la izquierda se ve precioso, de un color turquesa que hipnotiza.

Seguimos nuestro camino hasta Haifa, conocida sobre todo por ser el centro de la fe Bahai y por sus maravillosos jardines. Aparcamos el coche cerca de lo que creemos que son los jardines pero, en realidad, lo que tenemos al lado es el templo del culto Bahai. Sin ser muy conscientes de la diferencia entre una cosa y la otra (jardines o templo), como vemos que es gratis, entramos. Nos advierten que tenemos que ir tapadas, no podemos mascar chicle, etc. Tras pasar el breve control de seguridad, lo que encontramos son unos jardines preciosos que desembocan en un templo con una bella cúpula dorada. Ahí averiguamos que se trata del mausoleo erigido en honor del fundador de la fe Bahai, un lugar sagrado. El cielo azul es perfecto para que la cámara eche humo y disfrutamos mucho de la breve visita. Además, desde uno de los rincones del jardín (pulcramente mantenido) hay unas vistas de foto sobre el puerto.



Poco después de salir vemos que hemos tenido mucha suerte porque cierran a las 12h y  nosotras hemos llegado justo antes. De hecho, mientras salimos nos cruzamos con gente que quiere entrar y que no puede...

Pero nos quedan los jardines, queremos verlos y tomar unas fotos aunque sea desde uno de los laterales pero, ¿cómo llegar hasta ellos? Nos montamos en el coche, damos un par de vueltas por las cuestas de la zona y por fin topamos con un tumulto de gente que indica el lugar desde donde tendremos, al fin, una vista desde arriba de los jardines. Bajamos del coche, nos asomamos y ante nuestro ojos se extiende una bella cascada de flores que llega hasta el mar. Realmente son bonitos y nos quedamos unos minutos simplemente observándolos, empapándonos con algo tan perfecto, algo que parece ser un cuadro minuciosamente pintado a mano. Sentimos que es momento de volver al coche, vamos con retraso sobre el horario previsto aunque tampoco nos arrepentimos porque estamos disfrutando de todo lo que vemos.




Insisto, menos mal del gps, si no no sé cómo hubiéramos llegado de un sitio a otro sin dar mil vueltas (bueno, supongo que como se ha hecho toda la vida, es decir, preguntando. Pero así fue mucho más fácil).

Son las 14h cuando llegamos por fin a nuestra siguiente parada, una que me apetece especialmente por lo bien y mucho que me la han recomendado: San Juan de Acre o Akko (alerta con los topónimos en Israel, a veces es un poco lío aclararse entre los nombres en hebreo y español y eso se traduce en momentos de confusión con el gps). ¡Tenemos unas ganas locas de visitarla! Hemos leído tantas cosas interesantes sobre ese antiguo puerto canaanita y fenicio y capital del Reino de los Cruzados. Tuvo que ser una ciudad muy especial sin Napoleón la sitió sin éxito.

Aparcamos sin dificultad en el puerto, junto a una de las entradas a los túneles templarios. Aprovechamos para arrancar desde ahí la visita a Akko. En la taquilla compramos una entrada combinada que cuesta al cambio 27 euros y a continuación cambiamos el perfecto cielo azul del día por la oscuridad y humedad de los túneles, que nos conducen rápidamente hasta el mercado. Por la hora que es la zona está muy tranquila, aun así es bonito y fotogénico. Callejeando y por azar desembocamos en una placita y nos detenemos en un local pequeño a comer un falafel + un refresco por 38 NIS. Nos gusta porque se respira ambiente local.
De ahí seguimos nuestra visita, para lo que nos acercamos a la ciudadela de los cruzados, cuyo acceso está incluido en el ticket que hemos comprado en los túneles templarios. ¡Nos gusta  mucho! La audio guía, que está incluida en la entrada, es de gran ayuda. El recinto es muy grande y pasamos cerca de una hora recorriéndolo. 


Al salir, viendo la hora que es y que aun tenemos que llegar a Safed y que nos gustaría que fuera antes de anochecer, decidimos con pena (porque Akko nos está encantando) emprender el camino de vuelta hacia el coche. Disfrutamos mucho de ese rato mientras callejeamos por sus intrincadas vías peatonales, muy tranquilas a esas horas. Akko es una ciudad con alma, de piedras, rincones bonitos y en la que se respira a mar. 


Es decadencia con sabor salado, que  nos atrapa a cada momento y que sentimos la necesidad de fotografiar. Así, casi sin darnos cuenta, llegamos de nuevo hasta el puerto, en concreto hasta un restaurante pegado al mar con una terraza enorme de vistas maravillosas. Son las 17 horas (es tarde) pero no podemos resistirnos a tomar un café en el restaurante Abu Christo. Ahí se  produce una de esas sorpresas simpáticas: el camarero que nos sirve es de Albacete y nos invita al dulce con el café. Súper majo. Charlamos un rato con él, un tío súper majo que nos dice que lo que más le gusta de Akko es la tranquilidad. Y se nota.



Al final vamos a llegar a Safed de noche pero no pasa nada, porque hemos disfrutado. Nos separa media hora de coche de otra de las ciudades que estoy deseando conocer, una de las cuatro sagradas del Judadísmo, junto a Jerusalén, Hebrón y Tiberiades. Tengo unas ganas locas de comprobar qué se esconde tras la etiqueta de centro del misticismo judío y de la Kabalá.

Lo primero que percibimos al adentrarnos en Safed es que se respira un aire fresco, limpio y calmado. Llegamos al hotel cuando es noche cerrada y, como tiene parking privado, llegamos justo hasta la puerta, donde ya vemos  los primeros judíos ortodoxos. Estamos donde estamos (no es una ciudad cualquiera) y me gusta que se note. Desde fuera confirmo que la buena pinta del hotel Rimonim Safed en Internet no defrauda en la distancia corta. Con su fachada de piedra y sus interiores elegantes es coqueto y quizá algo clásico para mi estilo pero en definitiva muy, muy agradable y recomendable. 

Nos recibe la recepcionista más simpática que he conocido nunca, ¡qué chica más encantadora! Nos indica que nuestras habitaciones están el módulo nuevo y que tenemos buenas vistas. Cuando entro en la habitación lo flipo: ¡es enorme! Me gusta que tenga uno de esos techos de buhardilla y que predomine la madera. Estoy encantada. Como no, tenemos el detalle de cortesía sobre la mesa, al que ya me estoy malacostumbrando: una caja de dulces, una deliciosa cookie y unas manzanas. Como se agradecen estas cosas...


Tenemos hambre, así que pedimos consejo en recepción. Nuestra amiga de la que soy fan absoluta nos recomienda dos sitios, a uno podemos llegar a pie y para el otro mejor coger el coche. Elegimos el primero, que está en el barrio de los artistas pero lo encontramos cerrado (de hecho, no hay ni un alma por la zona). Así que cogemos el coche y nos acercamos al:

HaAri 8 kitchen & bar
04-6920033

¡Qué gran acierto! Es uno de esos restaurantes en los que se respira ambiente familiar, sencillo y sin grandes pretensiones. Precisamente, al entrar nos topamos con un grupo de gente de todas las edades armando jolgorio. La cosa tenía pinta de celebración familiar, así que pasamos una cena de lo más ambientada. Yo pedí un simple plato de pollo y, para mi sorpresa, creo que es de los mejores que he probado en mi vida, si no el mejor. Pienso en esa carne tierna y jugosa y se me hace la boca agua... 

Otro aspecto positivo es que me pareció cero turístico, de hecho diría que éramos las únicas turistas del lugar. Un grupo de jóvenes judíos departía animado en la mesa de al lado y me encantó ese punto casual que se repetía en todo el local. 

Volvemos al hotel felices y contentas. Ha sido otro día maravilloso en Israel y esto no ha hecho más que empezar. Nos espera nuestra súper habitación y la promesa de despertar, abrir las cortinas y que las vistas sobre Galilea y las verdes montañas nos deslumbren. 



¡Buenas noches!

Continuará...

Red Beach en Panjin, China

Cuando tropiezas con una foto alucinante de un lugar que no visitaste en un país en el que ya has estado, sientes inevitablemente una punzada de rabia y frustración. ¿Por qué me lo perdí? ¿Cómo es que no lo vi? No tengo excusa.

Estoy intentado describir el calambre que de pies a cabeza me ha recorrido cuando he visto las impresionantes imágenes de la Red Beach en Panjin. Sí, en China. Y sí, ya estuve. Y no, no la vi. 
descubierta gracias a http://www.pinterest.com/mlletravelista/


Damn it!

http://zone.it.sohu.com/thread-4042081-1-1.html

10 cosas interesantes que hacer en Abu Dhabi

Os lo digo antes por si no llegáis al final. Animaos a dejar un comentario, aunque sea una línea, una palabra, en este u otros blogs que visitéis. Se agradece tanto.

A parte de la curiosa y alternativa experiencia de ir a un supermercado en Abu Dhabi, con la que me divertí de lo lindo y que ya relaté en su día, fueron muchas otras las vivencias que me llevé de mi inolvidable viaje a Emiratos Árabes y, en concreto, de los días que pasé en Abu Dhabi.


De 1 a 10, ahí van mis recuerdos de aquel diciembre.

1
Bailar sin parar en alguno de sus clubs

En Abu Dhabi se tiene que salir de marcha. Eso sí, aviso, ¡vistiendo para impresionar! Mis ojos vieron como las emiratis y demás gente de la ciudad no se andan con chiquitas y, cuando de vida nocturna se trata, no dudan en lucir sus mejores galas. Ellas, vestidas muy sexis y deslumbrando al personal...literalmente: les encantan los brillos, sea en bolsos, zapatos, vestidos o joyas. La noche de Abu Dhabi es el paraíso de las lentejuelas y de Svarowsky. 




Entre otros, recomiendo Allure by Cipriani (Yas Island) o Étoiles, en el exclusivo hotel Emirates Palace. En la pista sonaba la música house y disco, señal de que están (o al menos estaban) locos por Ibiza.

2
Tomar una copa afterwork en la terraza del Pearls & Caviarcon una de las mejores  vistas de la ciudad (si no la mejor)

Estar en Abu Dhabi y no disfrutar del glamour que ofrece es como entrar en un Starbucks y no tomarte una muffin: un crimen. Por eso mi buena amiga Olga, que de eso sabe mucho, me llevó una tarde a conocer ese singular espacio.

El Pearls and caviar de Abu Dhabi es un local ubicado en el prestigioso Hotel Shangri-la. Se compone de dos plantas: baja, donde se encuentra el restaurante y primera, donde está la terraza tipo lounge bar de copas, un espacio abierto de cómodos sofas blancos, música chill out y unas vistas privilegiadas sobre la Gran Mezquita. ¡Cuánto glamour! Es un bar súper agradable que invita a reclinarte, disfrutar del entorno singular y saborear un buen cóctel. ¡Te sabrá a gloria! (y no me pareció nada caro para lo que es).

El único problema es que después del primer mojito...querrás tomarte un segundo...

3
Cenar en el circuito de Fórmula 1 de la Yas Marina

Al menos una vez en la vida hay que cenar en alguno de los restaurantes del Yas Hotel. Más asertiva no puedo ser. La experiencia bien lo merece. Basta darse una vuelta por su web para quedarse boquiabierto con la arquitectura y el estilo del Yas Viceroy Abu Dabhi hotel.




Pero no fueron sus habitaciones las que nos atrajeron hasta él, sino la oportunidad de cenar en uno de sus doce restaurantes, ¡será por oferta! Escogimos el japonés (Kazu) por una cuestión de disponibilidad pero los hay para todos los gustos (hindú, italiano, árabe, mejicano...).

Fue nuestra "cena de gala" del viaje. Sentadas en la terraza, con la espectacular iluminación LED de la fachada envolviéndonos (¡va cambiando de color!) y el famoso circuito de fórmula 1 a nuestros pies (el Yas Marina Circuit), no dejamos de hacernos fotos para la posteridad.




No es un restaurante barato pero sin duda vale la pena. Y sí...es algo ruidoso eso de comer mientras los coches de carreras circulan a tu lado pero, ¿y lo bien que queda en el recuerdo? 

4
Practicar el dolce far niente al estilo de los residentes en Abu Dhabi 

(O lo que es lo mismo, pasear, comer y relajarse al Sol en el paseo marítimo conocido como Corniche).

La receta la compartí ya en un rincón de minube.com.




A mí, como buena mediterránea criada en una tierra de playas de todos y para todos, la afirmación me chirría bastante. Pero, al parecer, es la realidad de Abu Dhabi. Una realidad que, todo sea dicho, me fascinó.

Corniche Beach, situada en la orilla norte del Emirato de Abu Dhabi, es una zona de baño de arena blanca que atrae a lugareños y turistas por igual...y un rinconcito que propicia el indagar en la realidad que comentaba. Su paseo marítimo invita a deambular y curiosear y eso hicimos. Fuimos a pasar la tarde y ponerlo en práctica: nos sentamos al Sol en una terracita entre lugareños y disfrutamos de un delicioso plato de pasta.

Es un gran plan para sumergirte un par de horas en el ritmo de vida de los residentes. Muy recomendable.

5


...al visitar la Gran Mezquita (Grand Mosque) de Abu Dhabi.



Para mí, es el monumento más importante de la ciudad y simboliza belleza, grandiosidad, paz, oraciones, oro, pureza y respeto. Icono de referencia, es una de las mezquitas más grandes del mundo. Me encantó. Se lo recomiendo a cualquiera que vaya, es una visita ABSOLUTAMENTE imprescindible. Por su atmósfera, por lo mucho que aprendes sobre los emiratis y sus costumbres (no sólo religiosas), por su luz...Lo mejor es que, como yo, aproveches la visita guiada de las 5 de la tarde, es gratuita y muy interesante.


Al llegar a la puerta te invitan amablemente a que te cubras, para ello te envían a una sala cercana donde debes coger prestada una abaya (la típica túnica negra) y vestirte con ella. Mi amiga y yo lo pasamos bomba con el ceremonial, después de varios días en el país y de verlas a ellas tan elegantes con sus túnicas, me hizo feliz tener una oportunidad de compartir su forma de vestir y, por tanto, algo de su forma de vivir y ser. ¡Una se siente muy femenina bajo esa suave tela negra!

Todos los guías allí son locales y, durante la instructiva visita, recorres algunas zonas tanto interiores como exteriores, todas ellas rica y profusamente decoradas, ¡es magnífico!. Además, la sonrisa del guía nos dejó a todas encandiladas :-)

En definitiva, no puedes irte de Abu Dhabi sin conocer este rincón. Especialmente por la tarde, pues la visita te recompensará con una tibia luz del atardecer que nunca olvidarás.

6
¿Atardecer + copa en el Monte Carlo Beach Club? 

No, que me enamoro...



Recuerdo como si fuera ayer ese maravilloso atardecer junto al mar, cómodamente reclinada, mojito en mano, en uno de los esponjosos sofás del Monte Carlo Beach Club de Abu Dhabi (+971 2 656 3500). ¡Eso es la vida! El Monte Carlo es el primer beach club privado de la isla Saadiyat. Echad un vistazo a su web...guau.

Llegar hasta allí es un paseo en coche de lo más agradable y Saadiyat Island es un proyecto apasionante. Te puedo contar que su nombre significa "isla de la felicidad". Me encanta. Te puedo contar también que 500 metros la separan de la costa y de ahí que para  alcanzarla haya que cruzar uno de los puentes que la conectan, atravesando cómodas autopistas. Para saber un poco más de lo que Saadiyat esconde y maravillarse con la apabullante oferta cultural concebida para vestir su superfície, visitad también esta otra web. Estoy hablando de ases ganadores en la manga, del Guggenheim Abu Dhabi Museum o el Louvre Abu Dhabi.

7
Ir del hoteles

Sí sí, ¡cómo el que va de tiendas! En Abu Dhabi se va de hoteles. Albergan los mejores bares, restaurantes, tiendas, ambientes y diseño. 

Aquel sábado, 3 de diciembre, en mi primer día en la segunda ciudad más poblada de Emiratos Árabes, Olga me llevó antes que nada a conocer uno de sus rincones favoritos: el Fairmont Bab Al Bab Hotel. Y pensaréis, ¿qué se te ha perdido en un hotel? Claro, normal. Para muchos en España los hoteles son lugares para guiris en los que no se nos ha perdido nada, aunque he de decir que poco a poco algo está cambiando y comienza a fraguarse un coqueteo recíproco entre alojamientos y residentes. Pero allí, el concepto es diferente y se va también a pasar el rato. Son lugares de ocio y no hay barreras de entrada como en Europa. Sorprendente.



En fin, volviendo al Fairmont, fue pisarlo y entender el porqué de todo. Dejando de lado el lujo evidente, el Fairmont es elegancia junto al mar, deliciosa arquitectura y buen gusto. Ah...y también vistas de primera a la (omnipresente) Gran Mezquita Sheikh Zayez.

En Abu Dhabi, una ciudad que ha corrido durante un puñado de décadas para inventarse a sí misma, se debe dejar de lado el concepto europeo de visitar piedras y monumentos históricos. Allí el principal reclamo son eso, edificios nuevos, llámalo hoteles o centros comerciales. Estamos ante la meca del auténtico neoturismo, eso que también practiqué yéndome a pasar la mañana en el interior del Emirates Palace Hotel.


P.D: si tus pasos te llevan al Fairmont, no te resistas a CuiScene. ¿Referencias? Ser el brunch favorito 2011 de los premios What´s on Abu Dhabi.

8
Mover las caderas en algún concierto del Yas Arena

Nos regalaron dos entradas para el festival de música electrónica Creamfields y allá que fuimos, ¡de cabeza al Du Arena (aun Yas Arena cuando yo lo visité), en la Yas Island! Sí. Otra isla. Otro proyecto. Otro mundo artificial. La isla es el lugar elegido para un proyecto de desarrollo y que cuenta con atracciones como el Circuito Yas Marina, un parque temático de Ferrari, otro de la Warner Bros (el Movie World), más hoteles singulares, un parque acuático...

La experiencia de un concierto al aire libre en el Du Arena es una pasada. Nosotras nos lo pasamos pipa saltando de escenario en escenario esa noche. Y bebiendo como mucho cerveza, como manda el mundo árabe.



9
Subir a 126 metros de altura y mirar

Mientras Olga trabajaba, aproveché la tarde para visitar el centro comercial Marina Mall. Tras volverme medio loca con tanta tienda y aportar mi granito de arena a la gloriosa economía del país, decidí acercarme a esa estructura alargada plantada en el interior del edificio y cuya cúpula no acertaba a ver aunque quisiera.

Me cogí el ascensor gratuito y para arriba que me fui. Así llegas a su particular cima, una plataforma circular desde la que pude disfrutar de una vista diferente y privilegiada sobre el mar, los amarres y la ciudad. La nota negativa es que los cristales estaban híper sucios, de manera que la visión muy clara no era. Aun así, quisé disfrutar, sentarme a tomar un snack en su cafetería (¡caro!) y saborear la caída del Sol. 




Muy recomendable.

10
Disfrutar del lujo y ser feliz

Abu Dhabi es un viva la vida constante.
Porque Abu Dhabi no tiene nada que ver con nada que hubiera visto antes. 
Porque, en unos días, me llevó a su terreno. 
Porque ser un poco frívolo de vez en cuando es bueno para la salud. Porque Abu Dhabi es la antítesis al concepto de pisar con los pies en la tierra. 
Porque, aunque no me veo viviendo allí, entiendo que atrape a quien cae en sus garras.



Y hasta aquí mis 10 experiencias, rescatadas de un saco de recuerdos en el que hay muchas más. Como por ejemplo, cuando me escapé sola hasta Dubai y el curioso viaje en transporte público hasta llegar allí...pero eso será otro capítulo.

Continuará...


FICHA TÉCNICA

Para bailar

Allure by Cipriani (Yas Island).

Eotiles (Emirates Palace)
www.etoilesuae.com
+971 2 6908960

Para tomar una copa

Pearls and Caviar (Qaryat Al Beri, Abu Dhabi)
www.pearlsandcaviar.com
+971 2 509 8777

Para saciar el apetito

Chamas (en el Hotel Intercontinental de Abu Dhabi)
dine@icauh.ae

Para pasar el tiempo

http://www.fairmont.com/abu-dhabi/
Bain Al Jessrain

Para conocer

Isla Saadiyat
http://www.saadiyat.ae/en

Para comprar

Marina Mall
http://www.marinamall.ae

Breakwater, Abu Dhabi

+971 2 681 8300